Mi padre es del Depor
Estuve viendo algunos fragmentos de O Futebol, y me ha dado por pensar en mi padre. Déjenme que les hable de esta película. Es la historia entre un cineasta que regresa a São Paulo y su padre, que allí vive. Son los Mundiales de fútbol del 2014, y ambos se dedican a observar los partidos desde la distancia, fuera del estadio (un coche, un bar...), mientras hablan de sus cosas.
Mi padre cruzó el charco hace medio siglo. Venía de Santo Domingo, su ciudad. Salía de los tiempos de Trujillo y pasaba a manos de Franco. Él dice que salió ganando: –Trujillo era aún peor –dice. No perdamos el hilo: vuelvo al fútbol. Recuerdo tardes de domingo en el coche, de vuelta de algún fin de semana en algún lugar lejano. Mi padre ponía la radio, sonaba el Carrusel Deportivo y todos escuchábamos con atención. ¿Qué hacía el Barça? ¿Y el Madrid? ¿Y la Real Sociedad, que en aquella época era capaz de ganar alguna Liga?
Detrás, la chiquillada celebrábamos
Un buen día, el hombre descubrió que había un equipo muy simpático en A Coruña; y le gustó ese rollo
los goles, o los lamentábamos, mientras mi padre conducía, impertérrito: no tenía equipo.
Bueno, en realidad sí lo tenía: él era del Escogido, conjunto de peloteros dominicanos de San Carlos, su barrio, cuya gorra roja me regaló en 1978 (por supuesto, la conservo).
Pasaron los años, y nacieron disensiones futboleras entre hermanos. Somos seis. Seis mozalbetes. Y ahí hay gustos para todos. Desde su pedestal (o su volante), mi padre observaba la deriva de nuestros gustos. Unos nos hicimos culés. Otros, pericos.
A alguno más se la trajo al pairo todo esto del fútbol.
Y él, mi padre, un buen día se iluminó: descubrió que había un equipo muy simpático en A Coruña, uno de esos que casi nunca habían brillado y en el que jugaban unos tipos fenomenales. Se llamaban Bebeto, Fran, Donato, Djukic, Mauro Silva... Y al frente tenían un viejecito místico apodado el Brujo de Arteixo. Le gustó ese rollo, y entonces dijo: –Soy del Depor. Y ahí se quedó. Ahora, que está más otoñal, le sorprendo en ocasiones delante de la Smart TV, viendo en YouTube partidos del Escogido, o de los Yankees, que también le gustan. A veces me pregunta cómo veo al Barça. O al Madrid. O a los pericos. Y yo le voy contestando al tuntún. Lo que se me ocurre. O lo que me invento.
Pero al final, siempre acaba saliendo la última pregunta: –¿Y el Depor? No sé. Será que en los días claros, desde la Torre de Hércules, en A Coruña, uno puede atisbar el otro lado del charco, la costa dominicana (como ve, la cosa va de realismo mágico).
O será que este hombre, mi padre, tiene alma gallega.