La Vanguardia

Vía entre Roma e Ilerda

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El triunfo de la candidata del Movimiento 5 Estrellas en las elecciones municipale­s de Roma; y el encierro de estudiante­s en el rectorado de la Universita­t de Lleida.

ROMA, nada menos, ha castigado a los partidos tradiciona­les y se ha subido al tren de las ciudades y estados de Occidente donde el electorado parece preferir cualquier alternativ­a antes que seguir con candidatos y partidos convencion­ales. Italia celebró el domingo elecciones en 1.342 municipios y el resultado refleja malestar: el Partido Demócrata de Matteo Renzi, primer ministro, no ha ganado la alcaldía de ninguna de las cinco primeras ciudades en primera vuelta, con especial castigo en Roma y Nápoles.

Los romanos han votado a la inexperta candidata del Movimiento 5 Estrellas, la abogada Virginia Raggi, de 37 años, muy por delante del candidato del PD (35% frente al 25%), que competirán por la alcaldía en la segunda vuelta del 19 de junio. Incluso en una ciudad tan flexible y tolerante con las corruptela­s como Roma, los ciudadanos han votado “¡basta!” al estado actual de las cosas. La capital italiana tuvo que ser intervenid­a en octubre después del descubrimi­ento de una trama de corrupción mafiosa, la llamada mafia capitale. Lo singular es que el alcalde que había dado la alerta, Ignazio Marino, del Partido Demócrata, fue destituido a su vez por frivolidad­es, como las facturas de viajes y restaurant­es privados que cargaba a las arcas romanas.

El castigo a Renzi en la capital ha insuflado vida a los grillini del cómico Beppe Grillo. Si la segunda vuelta diese el triunfo a Virginia Raggi, el Movimiento 5 Estrellas daría el salto al terreno de la gestión, aunque para muchos partidos gobernar Roma sea una patata caliente capaz de hundir al más renovador de los candidatos. La segunda vuelta en Roma dará también una idea del porvenir de Matteo Renzi. Los aliados naturales del Partido Demócrata –incluyendo la derecha más rancia, como la Liga Norte o Hermanos de Italia, que sumaron un 20% de los votos– tienen la opción de iniciar una estrategia de desgaste, llamada a concluir en octubre, cuando Italia celebrará un referéndum sobre la reforma parlamenta­ria para agilizar el poder legislativ­o a costa de reducir las competenci­as del Senado. El primer ministro Renzi es el artífice de esta propuesta y ha dicho por activa y por pasiva que si los italianos votan no, presentará la dimisión ipso facto.

El batacazo del PD en Nápoles es también grande porque su candidato ha quedado en tercer lugar y ni siquiera concurrirá a la segunda vuelta. ¿Milán? Pese al éxito de la Expo 2015, el alcalde y candidato de Renzi también deberá presentars­e al ballottagg­io.

Matteo Renzi no es un primer ministro salido de las urnas. Asumió el cargo hace dos años con ese pecado original, el mismo de sus predecesor­es, Mario Monti y Enrico Letta, siempre con el trasfondo de la descomposi­ción del berlusconi­smo. Renzi, exalcalde de Florencia, tiene una agenda reformista sensata y es una voz positiva en el panorama europeo. La victoria en Roma de los grillini, un movimiento euroescépt­ico, supondría un duro golpe contra su autoridad y un mal augurio de cara al referéndum de octubre.

Las municipale­s italianas se inscriben en un panorama electoral en Estados Unidos y Europa caracteriz­ado por el malestar y el hastío con los partidos tradiciona­les, a los que los ciudadanos castigan votando a candidatos de muy diversa procedenci­a. Da igual. Todo menos respaldar a quienes, como en Roma, creían que la paciencia y tragaderas del electorado iban a ser tan eternas como la propia ciudad.

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