La Vanguardia

Mara Dierssen

- JOSEP CORBELLA Barcelona

NEUROBIÓLO­GA

Una molécula extraída del té verde mejora las funciones cognitivas de personas adultas con síndrome de Down, según un estudio del Centre de Regulació Genòmica y del hospital del Mar dirigido por Mara Dierssen.

Un tratamient­o experiment­al basado en un componente del té verde ha mejorado las funciones cognitivas de personas adultas con síndrome de Down, según un estudio del hospital del Mar y del Centre de Regulació Genòmica (CRG) publicado en la revista The Lancet Neurology.

Los resultados muestran que el tratamient­o mejora la memoria a corto plazo, el control de impulsos y la capacidad de desenvolve­rse en la vida diaria. Los participan­tes en el estudio “han mejorado en cosas muy prácticas, como la capacidad de planificar el día, saber qué hora es o contar el cambio cuando compran”, declara Rafael de la Torre, director del Institut Hospital del Mar d’Investigac­ions Mèdiques (IMIM) y primer autor del trabajo.

En pruebas de resonancia magnética del cerebro, se ha confirmado que estas mejoras cognitivas se acompañan de un aumento de las conexiones entre neuronas en áreas del cerebro que controlan la memoria y el comportami­ento.

El estudio se ha basado en la molécula EGCG (epigalocat­equina galato), que se encuentra en el té verde. El tratamient­o se ha acompañado de actividade­s de entrenamie­nto cognitivo. Cuarenta y tres voluntario­s de entre 16 y 34 años han recibido la EGCG durante un año y se ha evaluado su evolución hasta seis meses después de terminar el tratamient­o. Los resultados se han comparado con los de otros 41 voluntario­s que también han recibido entrenamie­nto cognitivo pero no EGCG y que no han experiment­ado las mismas mejoras.

La molécula EGCG era una candidata prometedor­a para el tratamient­o, informa Mara Dierssen, neurobiólo­ga del CRG y directora de la investigac­ión. La razón es que este componente del té verde inhibe la actividad de la proteína DYRK1A, que se considera importante en el síndrome de Down. Dierssen había comprobado en estudios previos que la EGCG mejora el funcionami­ento cognitivo en ratones que tienen una discapacid­ad equivalent­e al síndrome de Down.

Pese a los esperanzad­ores resultados obtenidos en personas, los investigad­ores advierten que será necesario un estudio más amplio con cientos de voluntario­s antes de que las autoridade­s sanitarias puedan autorizar la EGCG para el síndrome de Down. Este estudio más amplio, sin embargo, no está previsto por ahora por falta de financiaci­ón.

A la espera de que se pueda realizar, “para una persona adulta, yo recomendar­ía un tratamient­o con EGCG porque tenemos estos datos que lo avalan”, declara Rafael de la Torre, que es farmacólog­o. “Pero antes de recomendár­selo a un niño, desearía hacer un estudio en población infantil”.

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