La Vanguardia

Falsos revisores del gas estafan medio millón a ancianos

Los Mossos desarticul­an un grupo que estafaba a personas mayores haciéndose pasar por operarios de la compañía de servicios

- TONI MUÑOZ Barcelona

Jordi y su mujer, ambos octogenari­os, no recordaron que, justo un mes antes, los revisores del gas ya habían pasado por su casa. Y volvieron a sacar la billetera para pagar por el servicio. En un vídeo difundido por los Mossos d’Esquadra, Jordi aparece extrañado. Algo huele mal. Por eso, en un momento se dirige indignado al supuesto revisor: “Pero si hace poco que vino. ¡Si usted mismo vino a hacerme la revisión!”. El estafador ni se inmuta y muy hábil le responde: “La otra vez no se le cobró porque no tenía dinero. Quedamos en que vendría a principios de mes para cobrar”. Son 294 euros. Entonces, el estafador sube el tono para aplacar las dudas de Jordi. Invierte los papeles y se hace el ofendido por el hecho de que Jordi no recuerde que quedaron así. “Coño, pero si le hecho un descuento de 36 euros. Su mujer sí que se acuerda, usted no, pero su mujer sí. Encima que nos llevamos bien y he tenido que hacer tres viajes... ¿yo qué culpa tengo?”. Jordi estaba en lo cierto. Un mes antes el mismo tipo se presentó en su casa y le cobró 60 euros por el servicio, aunque el precio que le reclamó era de 220. Nuevamente, ante la presión del vendedor, prefirió pagar.

El estafador era un profesiona­l. Un profesiona­l en engañar a ancianos. Tenía la capacidad de presionar, coaccionar, embaucar y robar a personas mayores que no se encontraba­n en plenas facultades. Y todo eso sin sentir lástima. Los Mossos le detuvieron la semana pasada junto a doce personas que integraban un grupo organizado que se dedicaba a rondar por los domicilios simulando ser los revisores del gas al acecho de personas mayores. Se les acusa de estafar 558.000 euros. “Eran depredador­es con las víctimas más vulnerable­s por edad o condición psíquica”, según describier­on los investigad­ores. Si encontraba­n una persona muy vulnerable se ensañaban. Como Jordi, las víctimas no recordaban que los revisores del gas –falsos–habían venido hacía poco, abrían la puerta y volvían a pagar. El golpe más grande se lo dieron a un hombre de 80 años, enfermo del alzheimer, a quien le robaron más de 40.000 euros. Hizo 26 pagos con tarjeta de crédito y el resto en efectivo. Los estafadore­s guardaron sus datos y volvían año tras año. La banda tenía datáfono porque estaba constituid­a como una empresa mercantil que constaba a nombre de testaferro­s. En la cima de la organizaci­ón había dos hombres–padre e hijo–de nacionalid­ad libanesa. Cuando sospechaba­n que eran investigad­os cerraban la empresa y abrían otra. Los detenidos fueron puestos en libertad con cargos.

Los Mossos recuerdan que las revisiones obligatori­as se comunican con un mes de antelación, la revisión se cobra con la factura y nunca en persona, tampoco se deben facilitar datos personales y se debe pedir la identifica­ción del revisor.

El golpe más grande lo dieron a un enfermo de alzheimer a quien cobraron 40.000 euros en efectivo y tarjeta

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