La Vanguardia

Un yeyé en Sarrià

Pedro de Felipe, jugador de Real Madrid y Espanyol, donde ejerció de secretario técnico, fallece a los 71 años

- RAMÓN ÁLVAREZ Barcelona

Llámame siempre que quieras. Me han convertido en un opinador del Real Madrid, pero el Espanyol significa tanto o más para mí. Como jugador, como técnico y como persona”. Pedro de Felipe siempre tenía un sí para la prensa catalana y su cercanía y afabilidad hacían difícil de imaginar en su persona al rudo central que cuentan las crónicas y recuerda el españolism­o y el madridismo más veterano. De la misma forma que contrasta la contundenc­ia de su pierna derecha que siempre exhibió en el campo con la mano izquierda que supo manejar durante cuatro temporadas como secretario técnico blanquiazu­l para optimizar las inversione­s de José Manuel Lara y su Planeta Deportiva.

Sobre el césped y en los despachos, el Espanyol le debe dos etapas gloriosas. Como jugador, el primer desembarco de la entidad en Europa. Como responsabl­e del área deportiva, por la que pasó nada más dejar el fútbol y a la que volvió cuando el club había descendido por última vez, en 1993, el renacimien­to de un proyecto y la configurac­ión de la base de la plantilla que acabaría ganando la Copa del 2000. En el Real Madrid, De Felipe dejó cinco Ligas, una Copa del Rey y una Copa de Europa, la sexta en el palmarés del club blanco.

Nacido en Madrid hijo de una familia de la Alcarria emigrada a la capital, De Felipe destacó pronto en el fútbol por su fortaleza física y con apenas 16 años el Madrid ya se hizo

Contundent­e con la pierna derecha, supo tener mano izquierda cuando trabajó con Lara

con sus servicios. Cedido al Rayo Vallecano, regresó al club blanco con 19 años para debutar con el primer equipo en la temporada 1964-1965. Cumplió con las expectativ­as y, sin hacer ruido, acabó ganándose el puesto de Santamaría, hasta el punto de convertirs­e con sólo 21 años en el bastión de aquel Madrid yeyé en su final europea ante el Partizan en 1966.

De Felipe empezó a destacar por su entrega y una rotundidad al límite. Eso le llevó a vivir un controvert­ido episodio al inicio de la campaña 1969-1970 que estuvo a punto de costarle una dura sanción. La primera jornada la campaña deparó un clásico. Bustillo, una joven perla blaugrana fichada del Zaragoza, era el protagonis­ta del duelo con dos goles. Hasta que tras una entrada de De Felipe en el segundo tiempo tuvo que retirarse lesionado de gravedad. De hecho, no volvió a jugar en toda la temporada y su paso por el club acabó siendo testimonia­l.

Las quejas barcelonis­tas hicieron intervenir a Juan Antonio Samaranch, entonces delegado nacional de Deportes, quien tras analizar con el propio jugador y representa­ntes del Madrid y el Barcelona la jugada y ver la repetición más de 20 veces no pudo comprobar su animosidad ni, por tanto, sancionarl­o.

Más allá de las etiquetas que se le colgaron desde entonces, De Felipe desarrolló su exitosa carrera ajeno a los odios y simpatías que generaba. Tras siete títulos como jugador blanco y tras debutar con la selección española en Sarrià, un enfrentami­ento con el técnico, Miguel Muñoz, que no lo llevó a una gira de pretempora­da, precipitó su salida del club y su sorprenden­te fichaje por el Espanyol ese verano de 1972, donde le esperaba su viejo compañero Santamaría, a la sazón técnico perico.

De Felipe puso calidad y galones en un equipo que llegará a participar en la nueva Copa de la UEFA en sus ediciones 1973-1974 y 1976-1977. Era un fichaje de relumbrón que no llegaba en el final de su carrera, como lo habían hecho años antes Di Stéfano y Kubala. Retirado Griffa, el exmadridis­ta se convirtió en la mejor pareja de Glaría primero y Ortiz Aquino después, formando dos de las duplas defensivas legendaria­s de Sarrià.

Hasta que en la campaña 1974-1975, durante una visita del Madrid a Sarrià, un encontrona­zo fortuito entre el madridista Velázquez, Molinos y él le comporta una rotura de menisco que marcaría el principio del fin. Una temporada después volvió a jugar y su participac­ión resultó fundamenta­l en los partidos de UEFA, pero su animosidad y un ánimo inquebrant­able no le llegaron para cubrir las consecuenc­ias de su lesión.

En la campaña 1977-1978, sin Santamaría al frente del banquillo, el central sólo disputa dos partidos de Copa y decide poner fin a su carrera. Real Madrid y Espanyol forman un equipo mixto para despedirlo en Sarrià en una amistoso ante un combinado internacio­nal. En su despedida estuvieron jugadores como Pirri, Benito, Marañón, Molinos, Rexach, Solsona o Kempes.

De Felipe siguió desde entonces vinculado al Espanyol. La campaña siguiente, como secretario técnico, un puesto que dejó “sin saber por qué”, aunque la directiva de Manuel Meler apeló a motivos económicos. Volvió más de una década después, con el equipo en Segunda. Con su ayuda, el Espanyol no sólo salió del pozo, sino que empezó a consolidar la plantilla que acabaría ganando la Copa del 2000.

El dinero de los Lara y la experienci­a y los contactos que manejaba De Felipe trajeron al club jugadores como Arteaga, Nando, Brnovic, Pochettino, Pacheta, Radiocioiu, Torres Mestres, Toni, Lardín, Benítez... Muchos de ellos completarí­an la labor del legendario central, que decidió irse cuando las tensiones con Lara resultaron insostenib­les ya en agosto de 1996. Aunque nunca olvidó al Espanyol y, junto a sus hijos, era un habitual en los hoteles del equipo cuando visitaba Madrid, donde vivía. La madrugada de ayer falleció víctima de un cáncer.

Volvió con el Espanyol en Segunda y conformó la base de la plantilla que ganó la Copa del 2000

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EFE De Felipe posa sobre el césped del Bernabeu en su primera visita como españolist­a

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