Caos en el aeropuerto de Bruselas por una huelga y una alerta de bomba
El aeropuerto internacional de Bruselas no levanta cabeza. Tres semanas después del atentado terrorista que costó la vida a 14 personas en su terminal de salidas, los controladores aéreos se declararon súbitamente enfermos de forma coordinada y masiva, lo que obligó a media tarde de ayer a suspender todos los vuelos.
Mientras se trataba de aclarar la situación, la policía detectó un vehículo sospechoso en la principal carretera de entrada al aeródromo, lo que provocó el cierre de todas vías de acceso terrestres (la conexión ferroviaria, además, tampoco funciona). La matrícula del coche resultó sospechosa para la policía pero finalmente fue una falsa alarma. El bloqueo de la instalación duró cerca de dos horas.
La coincidencia de ambos incidentes dejó a miles de viajeros atascados en los alrededores del aeropuerto, varados en su interior o siendo trasladados en autobuses desde aeropuertos de países vecinos a los que numerosos vuelos fueron desviados. La acción sindical de algunos empleados de Belgocontrol, en protesta por el acuerdo para elevar de 55 a 58 la edad de disponibilidad, afectó también al segundo aeropuerto del país, en Charleroi. Los controladores acordaron al final de la tarde hacer intermitentes los paros pero ya sólo se programaron dos decenas de vuelos más.
El lunes, final de las vacaciones escolares de Semana Santa, fue también una jornada de caos. Ante la petición de acudir al aeropuerto con tres horas de tiempo para poder pasar todos los controles de seguridad –instalados también ahora en la parte exterior– muchos viajeros optaron por acudir con un poco más tiempo de margen. La fuerte afluencia de usuarios colapsó la capacidad del aeródromo y sus vías de acceso. Muchos optaron por bajarse del coche o taxi en que viajaban y caminar a pie varios kilómetros hasta llegar al aeropuerto, una situación poco cómoda para el perfil de viajero de negocios que caracteriza al aeropuerto internacional de Bruselas. La vuelta a la normalidad se antoja lejos en la capital belga, ya tocada en términos de visitantes y pernoctaciones desde los atentados del 13-N en París.
Anoche una alerta terrorista obligó a evacuar parte del aeropuerto de Schiphol (Holanda). Alrededor de las 21.40 horas la policía detectó “una situación sospechosa” y procedió a sacar a la calle a cientos de viajeros con un imponente despliegue de agentes fuertemente armados. Los medios holandeses informaban de un paquete sospechoso y al menos una detención.