La Vanguardia

Los Stones, al rescate emocional de Cuba

La mítica banda irrumpía anoche por primera vez ante cientos de miles de cubanos en lo que iba a ser un concierto catártico

- ELISABET SABARTÉS La Habana Enviada especial

“Nunca he salido de Cuba, pero con ellos se vuela muy lejos”, decía ayer Aurelio, estudiante de biología, esperando poder entrar a la enorme explanada de la Ciudad Deportiva de La Habana, donde los Rolling Stones levantaron el escenario para su histórico primer concierto en Cuba. La legendaria banda del rock and roll irrumpía anoche ante cientos de miles de cubanos en lo que iba a ser la mayor catarsis generacion­al vivida en la isla desde la revolución cubana. La de toda una generación que en los sesenta accedía al rock copiando vinilos clandestin­os.

“¡Vi a Keith Richards en La Fábrica de Arte, una cosa increíble!”, exclamaba Ruly, joven músico de la banda local Diván, que se topó con el mítico guitarrist­a en el centro cultural más concurrido de la capital. Fue allí donde Mick Jagger y su banda salieron de copas la noche del jueves, después de asistir a una recepción en la embajada británica.

“Es más de lo que soñé. Después de esto, me queda poco por cumplir. Hablé con todos, muy atentos, perfectos caballeros. ¡Ya me gradué!”, explicaba Juanito Camacho, melómano, presentado­r de uno de los pocos programas de rock que se emiten en la isla y parte de la restringid­a lista de invitados que asistieron a la cita. También estaban el actor Jorge Perugorría, el campeón de salto de altura Javier Sotomayor y el bailarín Carlos Acosta, entre otras personalid­ades de la cultura y el deporte en Cuba.

Los Rolling Stones habían aterrizado horas antes en el aeropuerto José Martí de La Habana en un vuelo de Miami Air. A pie del avión, hablaron con la prensa local y negaron que el concierto en La Habana sea el último de su carrera. “Estamos preparando nuevos espectácul­os”, anunció Jagger. “¡Claro que no! Han estado diciendo eso durante 40 años...”, masculló Richards.

Para su presentaci­ón, el grupo tuvo gestos y detalles especiales para el público cubano, ávido de conciertos de rock. El productor de su gira latinoamer­icana, Dale Skjerseth explicó que los Stones quisieron llevar a la isla la mejor tecnología. También editaron un póster para la ocasión, con los faros traseros de un vistoso coche americano de los cincuenta transmutad­os en su logo, y tunearon el emblema cubriendo la lengua con la bandera de Cuba.

En un ejercicio de democracia directa, impensable en la vida real de los cubanos, la banda convocó a sus fans a votar online y escoger una canción entre cuatro temas propuestos. You got me rocking, Get off my cloud, She’s so cold y All down the line, eran las opciones. El corte elegido sería revelado durante el concierto, colofón de su gira por América Latina Olé Tour, que al cierre de esta edición estaba por comenzar. El espectácul­o, gratuito, no iba a ser transmitid­o en directo por la televisión cubana, pero sí grabado en vídeo para la posterior realizació­n de un documental. El metraje será ce- dido a los medios estatales de la isla, que lo emitirán en diferido.

“Para nosotros es muy importante ver este gran show. No estamos acostumbra­dos. Las luces, las pantallas, toda la tecnología... y sentir su energía, ¡cosa única! Estamos necesitado­s de artistas como ellos”, decía Pepe, albañil por cuenta propia, que se declaraba seguidor de la banda, aunque no podía recordar una sola de sus canciones.

La experienci­a de vivir en directo

“Es importante ver este gran show. No estamos acostumbra­dos. Luces, pantallas... sentir su energía”, dice un albañil

actuacione­s de los grandes grupos de rock estuvo vetada a los cubanos durante años. Primero, por la censura del régimen castrista y luego por el embargo que Estados Unidos aplica a la isla desde hace más de medio siglo. Tras la flexibiliz­ación del castigo comercial por parte del gobierno del presidente Barack Obama, las carencias logísticas en Cuba son ahora el principal obstáculo. El más reciente espectácul­o de un artista internacio­nal fue la del DJ Diplo, que hace unas semanas reunió en el malecón de La Habana a más de 250.000 personas.

Para el de los Stones se esperaba al menos medio millón de fans, a quienes las autoridade­s cubanas pidieron buena conducta en tono paternal: “Tenemos la más absoluta seguridad de que nuestro pueblo, conocedor de los mejores valores de la cultura universal, asistirá con el entusiasmo y la disciplina que nos caracteriz­a”, rezaba un comunicado del Instituto Cubano de Música. También les recomendab­a llevar “alimentos, agua en envases plásticos y caramelos u otras confituras”. La venta y la entrada de alcohol estuvo prohibida en el concierto. De las drogas, que desde la visita de Obama a inicios de esta semana han desapareci­do del mercado ilegal en la isla, ni hablar.

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JOE RAEDLE / GETTY Charlie Watts, Mick Jagger, Keith Richards y Ronnie Wood se dirigen a los medios a su llegada al aeropuerto José Martí de La Habana
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