Amplio rechazo en Francia a la reforma laboral de Hollande
El 71% de los franceses, contra la nueva ley a una semana de la huelga general
Una puesta en cuestión general del orden europeo que quebró con el sistema financiero en el 2008, pero que sigue vigente desde entonces, es impensable sin que haya un gran movimiento social en Francia. Son muchos los observadores que, desde hace años, coinciden en este diagnóstico desde Alemania, Grecia o Italia: en lo que concierne a la reconstrucción social y ciudadana del orden europeo, Francia es el país del centro.
Francia no es Grecia, es una de las dos patas históricas de la Unión Europea. Tampoco es Alemania, con su cultura de conformidad a la autoridad. Francia presenta la principal tradición social del continente. Por eso mucha gente, no solo en Francia, observa con gran expectación lo que está ocurriendo en este país con el proyecto de ley laboral. El 71% de los franceses rechaza este recorte de derechos laborales en nombre de una desprestigiada ideología de eficacia económica y flexibilidad empresarial, según la última encuesta disponible. ¿Se está en vísperas de un despertar rebelde? Difícil saberlo.
Tras una movilización que comenzó el 8 de marzo uniendo a sindicatos muy diversos con estudiantes y bachilleres, el Gobierno rebajó el texto que parecía directamente redactado por la gran patronal, como se escucha estos días en la calle, pero aun así un 62% considera que esa rebaja no afecta a lo fundamental.
Por tercera vez en este mes el jueves volvieron a salir miles de personas a la calle. En París, y también en Marsella, fueron pocas, menos que el jueves anterior: unas 5.000 personas. En otras ciudades, como Rennes y Nantes, al revés, la participación aumentó. Pero la temperatura real la dará la huelga general convocada para el jueves día 31, una acción sin análogos desde el 2010. Se quiere sacar a la calle a más de un millón de ciudadanos y los grupúsculos y colectivos de la izquierda planean ocupaciones a la 15-M.
Como siempre en Francia, la situación está abierta a chispazos capaces de provocar incendios. El jueves hubo 24 detenciones de bachilleres en Nantes y París, pero lo más significativo fue otra cosa: el puñetazo de un policía a un bachiller negro, que lo recibió en pleno rostro sin que mediara actitud violenta alguna por parte del chaval. Grabada en vídeo, la escena se ha hecho viral en la red.
El puñetazo de un policía a un bachiller negro sin mediar violencia incendia las redes sociales
Cosas así pueden encender a los estudiantes, cuya movilización (el Gobierno tiene razón en esto) no afecta más que al sector izquierdista y minoritario de los estudiantes: el jueves pararon entre 115 y 200 liceos, sobre un total de 2.500, en todo el país. Escenas como esa del bachiller negro pueden incendiar lo que parece un panorama dormido y el Gobierno es bien consciente de ello. Se ha abierto una investigación al policía responsable.
Otro aspecto significativo es el cierre administrativo de universidades (La Sorbona entre ellas) o a entrada a porrazos de la policía en las aulas, en Tolbiac (París), Caen, Rennes, Nantes, Metz, Estrasburgo, Marsella, Lyon y Rouen, a petición de los rectores. Muchos estudiantes no participan en el movimiento por temor a perder clases y notas, y ante eso se intenta bloquear los centros para que no haya clases, lo que lleva a los rectores a llamar a la policía.
Esa es también una situación delicada. Mal gestionada podría extender el movimiento en las aulas. Y eso en un país donde muchas cosas importantes a efectos de revuelta social han comen- zado, por tradición, en las aulas.
El Gobierno quiere presentar su proyecto de ley laboral al Parlamento a principios de abril para su aprobación definitiva en julio, si puede ser sin aplicar el artículo 49/3, con el que la discusión parlamentaria se zanjaría por decreto. Por el camino, el Partido Socialista se está descomponiendo.
“La verdadera democracia está aquí”, gritaban el jueves los estudiantes en París. “Es la patronal quién está redactando las leyes”, “Basta de esta izquierda de derechas”, se corea. Francia está buscando su Puerta del Sol.