Bruselas da tres meses a Grecia para poner orden en sus fronteras
La CE imputa “negligencias” a Atenas y allana el camino para suspender Schengen
Se acabaron los paños calientes, la paciencia y la escasa comprensión que aún pudiera quedar con Grecia por la dificultad que supone, con sus más de 400 islas, controlar la llegada en masa de refugiados. Atenas “ha desatendido seriamente sus obligaciones. Existen deficiencias graves en los controles en las fronteras exteriores y las autoridades griegas deben resolverlas”, sentenció ayer la Comisión Europea al lanzar el procedimiento que permitirá el cierre de fronteras dentro de la zona Schengen por un periodo máximo de dos años.
Constatar que un país de la zona Schengen no defiende adecuadamente su frontera exterior (que es también la de todos los demás) es el primer paso para autorizar la reintroducción de los controles. Una mayoría de gobiernos quiere hacerlo y este lunes los ministros del Interior pidieron a la Comisión que iniciara los trámites necesarios, una primicia en los 31 años de historia de la zona Schengen.
Las conclusiones del informe sobre las “negligencias” griegas no han sorprendido a nadie. “Los emigrantes en situación irregular no son identificados ni registrados de forma eficaz, no se guarda sistemáticamente sus huellas” en bases de datos, ni se verifica adecuadamente la autenticidad de los documentos de identidad, sostiene la Comisión. Es el panorama con que se encontraron los técnicos europeos que, a mediados de noviembre, visitaron por sorpresa varios puntos clave de la frontera terrestre de Grecia (con Turquía) y a las islas del mar Egeo Quios y Samos.
Atenas sostiene que la situación está mejorando y se ha comprometido a poner en marcha en un mes los centros de registro de refugiados ( hot spots) que le exige la Unión Europea pero sus socios se muestras escépticos. El flujo de llegadas al centro de Europa apenas se ha aminorado en los últimos meses, a pesar del envío de guardias europeos a la frontera griega con Macedonia y otras iniciativas comunitarias, como el acuerdo con Turquía para frenar las salidas.
Como ocurrió con la crisis del euro, Grecia se siente acorralada y sus socios, furiosos con su supuesta dejación de responsabilidades. Austria quiere expulsarla de la zona Schengen, y sus socios europeos la acusan de cruzarse de brazos y dejar pasar a los refugiados a otros países para no hacerse cargo de ellos. La tensión estalló el lunes en la reunión informal de ministros del Interior europeos en Ámsterdam: “El ministro belga me dijo que los rechazara, que los repeliera [a los refugiados], que le daba igual si se ahogaban”, aseguró anteanoche Yanis Mouzalas, ministro griego de Inmigración, en una entrevista en la cadena BBC. “Eso es ilegal” según el derecho internacional, subrayó Mouzalas, que reveló que se le ha pedido también que Grecia construya un campamento para acoger a 400.000 refugiados sirios, como los que hay en Turquía, Jordania o Líbano. Theo Francken, responsable de Asilo en el Gobierno belga, calificó de “grotescas y lamentables” las acusaciones griegas. “No dije que se ahogaran, no estoy loco”, explicó en una discusión en la red social Twitter en que no obstante defiende que la legislación internacional sí permite rechazar a demandantes de asilo antes de que toquen tierra. Varias fuentes consideran errónea esta interpretación en la situación actual (Turquía debería aceptarlos).
Bruselas discutirá mañana sus conclusiones con los gobiernos y si son respaldadas por mayoría cuali- ficada, como se prevé que ocurra (sólo Atenas las discute), el dos de febrero aprobará una lista de recomendaciones para que el país ponga orden en sus fronteras. Si de aquí a tres meses la situación no ha mejorado, la Comisión podrá invocar el artículo 26 de Schengen y, amparándose en “la amenaza grave para el orden público y la seguridad interior” que supone la situación en Grecia, autorizar la reintroducción de los controles. En el Consejo, nadie espera que las cosas cambien tanto como para hacer innecesario autorizar los controles interiores más allá de mayo, cuando expiran los permisos concedidos al comienzo de la crisis. Alemania y Austria fueron los primeros países que los reintrodujeron, en septiembre, cuando la llegada de refugiados les desbordó en términos logísticos y políticos. Les siguió en noviembre Francia, por la amenaza terrorista, y en enero Suecia, Dinamarca y Noruega. Otros países podrían sumarse acogiéndose a esa situación de excepcionalidad, que Bruselas debería evaluar cada seis meses.
GRECIA ACUSA
Atenas asegura que el ministro belga le animó a “echarlos al mar, aunque se ahoguen”
REACCIÓN DEL GOBIERNO BELGA
Francken niega que defendiera dejar que los refugiados se ahoguen , pero apoya rechazarlos