LA CANDIDATA APUÑALADA
Cuando Henriette Reker fue acuchillada el pasado 17 de octubre, la clase política alemana captó de inmediato la dimensión ideológica del ataque. “Este acto cobarde y despreciable es también un ataque a la democracia en nuestro país y por lo tanto a todos nosotros”, tuiteó la presidenta regional de Renania del Norte-Westfalia, la socialdemócrata Hannelore Kraft. El agresor, Frank. S, un pintor en paro alemán de 44 años sin antecedentes penales, identificaba a la que sería su víctima con la política de acogida a refugiados en Alemania, y eso le movió a actuar. Era dueño de sus actos, según el examen psiquiátrico al que fue sometido. Ese último día de campaña electoral en Colonia era sábado, Frank S. se presentó sobre las nueve de la mañana en un quiosco instalado en un mercado en el barrio de Braunsfeld y se abalanzó contra Reker, que había llegado poco antes. Tras apuñalarla, explicó a la policía que le detuvieron las “motivaciones xenófobas” de la agresión. Según el semanario Der Spiegel, el agresor militó en los años noventa en un grupo neonazi prohibido que se inspiraba en los orígenes del nacionalsocialismo. Reker, que sufrió heridas graves en el cuello que exigieron dos operaciones y que acabaría pasando días en coma inducido en el hospital, cosechó en las elecciones del día siguiente el 52,7% de los votos.