MEJOR LLÁMENME LORD
Como esto puede ser el principio de una bonita amistad, es la hora de presentarnos. En Londres, cuando contratas una línea telefónica, el gas o la electricidad, cuando compras algo o haces un trámite, lo primero que te preguntan es cómo quieres que se dirijan a ti: míster, doctor, licenciado, Su Alteza Real, barón, conde, lord... En una sociedad aristocrática y clasista como la inglesa, las cosas claras y el chocolate espeso, y cada uno en su sitio. Y lo mismo si te para la policía por saltarte un semáforo rojo o ir a 200 kilómetros por hora, suponiendo que seas blanco en vez de un electricista brasileño sospechoso de terrorismo: Good evening, Sir, how should I address you? Las formas son importantes. En mi clase de alemán de los martes, cada vez que se incorpora un nuevo estudiante la profesora pregunta si queremos que nos trate de tú o de usted. Lo siento, pero no tengo tarjetas de presentación, excepto unas que debajo del nombre dicen “Servicios de Inteligencia y Seguridad”, por si alguien pretende enrollarse en los cócteles de embajadas y galerías de arte. Nadie quiere hablar con el guardaespaldas de un dictador africano o un intermediario en la venta de misiles tierra-aire, digamos. Mejor charlar del Barça. Pero ustedes pueden llamarme mate, que es muy de clases populares como camarada pero sin la connotación de lucha de clases, lo que te dice tu vecino de asiento en el fútbol sin conocerte de nada.