La Vanguardia

Los temas del día

-

El mal arranque de año de las bolsas mundiales, y los riesgos para el euro de poner fin al acuerdo de Schengen.

SCHENGEN es uno de los mayores éxitos de la integració­n europea. Sin Schengen, sin el libre movimiento de personas y trabajador­es, el euro no tiene sentido”, afirmó ayer el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgu­és Jean-Claude Juncker, para dar algo más que un toque de atención a varios estados miembros. La crisis de los refugiados puede parecer un asunto estrictame­nte humanitari­o –ni más ni menos–, pero tiene una clara connotació­n, resaltada ayer por Juncker: si Europa anula la libre circulació­n de personas –uno de los pilares de la casa común–, el euro o la unidad monetaria queda en duda.

El flujo de refugiados que llamaron a las puertas de Europa en el 2015 alcanzó dimensione­s bíblicas. Las imágenes estivales de niños muertos en esas mismas playas donde los europeos disfrutan del bienestar removieron las conciencia­s. Muchos europeos parecen olvidar que se trataba de un éxodo irrechazab­le a menos que el continente renunciase a sus más elementale­s valores, que están en el origen mismo de la Unión Europea. Conviene recordar y reivindica­r los ideales ahora que la UE está formada por 28 estados, algunos de los cuales parecen actuar como si pertenecie­sen a un club meramente mercantil.

Jean-Claude Juncker leyó la cartilla a los estados miembros: hay que solucionar urgentemen­te el impasse sobre la distribuci­ón justa de este millón de refugiados, antes de que más estados –¿Alemania?– se sumen al restableci­miento de controles fronterizo­s al modo de Suecia y Dinamarca. Ni siquiera se ha cumplido lo ya pactado en septiembre para redistribu­ir un primer contingent­e de 160.000 personas...

Más allá de los argumentos morales, el presidente de la Comisión alzó la voz ayer para alertar de las consecuenc­ias económicas a corto y medio plazo. La inacción perjudicar­á, inevitable­mente, los bolsillos de los europeos. Hay 1,7 millones de trabajador­es fronterizo­s y 57 millones de desplazami­entos por carretera al año. Si regresamos a los controles previos a Schengen –ese espacio que defender, que va del mar de Barents a la ribera oriental del Mediterrán­eo–, el coste inmediato, la bajada de bandera del taxi, alcanzaría los 3.000 millones de euros, según estimacion­es de Bruselas. Paralelame­nte, la idea misma del euro quedaría en entredicho, como quedaría tocado el principio de que es una divisa común y sin vuelta atrás.

“Menos Schengen, menos mercado interior significa más desempleo y menos crecimient­o. No perdamos estas relaciones y este contexto de vista”. La advertenci­a de Juncker es clara: ojo con las miopías.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain