La Vanguardia

El éxito cambia de sexo

Tras la generación de oro emerge un grupo de mujeres competitiv­as para intentar recoger el relevo

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

La frase “soy español, ¿a qué quieres que te gane?” hizo fortuna. Exagerada, como casi todos los chascarril­los, tenía una base de impacto, la de los mayores éxitos del deporte en España. Triunfos muy sonados y de una trascenden­cia universal. La selección española dominaba en fútbol con sus títulos en el 2008, el 2010 y el 2012, el equipo de baloncesto lograba unos resultados que no tenían parangón en su trayectori­a, Fernando Alonso competía con los mejores volantes y Rafa Nadal no paraba de sumar títulos del Grand Slam, algo que ha dejado de hacer en este 2015. Pero ¿tras esta fachada de indudable miel había un nivel medio sostenible? ¿Los relevos estaban a punto? ¿La financiaci­ón del deporte era la más adecuada? ¿O era todo como un trampantoj­o? Las respuestas a estas preguntas son poliédrica­s, dependen del cristal con el que se miren, y hay de todo.

Lo que nadie puede poner en duda es que los cabezas de cartel del deporte español cosecharon triunfos insospecha­dos en el siglo XX. España era poco menos que un paria en el concierto internacio­nal y a partir de los Juegos de Barcelona el impulso fue enorme, con unos réditos espectacul­ares y con unas figuras que han marcado el paso, desde Iniesta o Xavi hasta Pau Gasol y de Nadal a Alonso, por citar los deportes más populares. Toda esa generación se va agotando poco a poco, aún con resultados boyantes, como el del último Europeo de baloncesto, pero es ley de vida que no duren para siempre. En los deportes más seguidos es complicado que surjan otras perlas de esa categoría, aunque en cuanto a clubs, y tomando como referencia el fútbol el Barça, el Madrid o incluso el Atlético son equipos punteros y pueden tutearse con cualquiera, como lo demuestra las dos últimas ediciones de la Champions. Sin embargo, el nivel medio nunca terminó de despegar. De hecho, en los Juegos Olímpicos, el mejor termómetro de la salud del deporte de un país, España nunca ha podido superar las 22 medallas de Barcelona’92. Ni se prevé que ese récord particular se rebase en la cita de Río del próximo verano, en la que se considerar­á un objetivo cumplido el llegar a 17.

En cambio, lo que sí que ha cambiado en bastantes casos es el sexo del éxito. En la anterior cita olímpica, la de Londres 2012, España se colgó 17 medallas. Pues 11 de ellas fueron en categorías femeninas, una mayoría impensable e imposible hasta hace bien poco y que no se podía augurar en toda su dimensión hace cuatro años. Por ejemplo, en los Juegos de Pekín en el 2008 sólo hubo cuatro medallas femeninas sobre 18. Mireia Belmonte, la deportista con una beca ADO más alta en el 2015 (88.700 euros), se convirtió en el banderín de enganche de un grupo de mujeres competitiv­as, como la regatista Marina Alabau, las jugadoras de waterpolo (campeonas del mundo en el 2013), baloncesto (plata mundial en el 2014) o balonmano (bronce olímpico en el 2012), la nadadora de sincroniza­da Ona Carbonell, la campeona de bádminton Carolina Marín o incluso la emergente tenista Garbiñe Muguruza. Féminas que no tienen miedo a nada, que se han esforzado muchísimo para llegar a la élite y que, en algunos aspectos, se han puesto en el mapa y han puesto en el mapa para el público su especialid­ad.

Pero una de las premisas para codearse con otras potencias es la financiaci­ón. España terminó vigésima primera en el medallero de Londres, lejos de las 28 preseas de Italia, las 34 de Francia, las 44 de Alemania o las 65 del Reino Unido. El plan ADO, creado en 1988 para los Juegos de Barcelona, con la participac­ión de 12 empresas, invierte este año 8,9 millones de euros, tres millones menos que en el 2011, el año anterior a los Juegos de Londres, lo cual supone un auténtico problema. 363 deportista­s están becados e ingresan por este concepto entre 88.000 euros (Belmonte) y 20.000. También algunos de sus entrenador­es están subvencion­ados. Esta manera de funcionar, con altibajos por la crisis, ha subsistido y ha sido una bendición para los aspirantes a medallista­s olímpicos, pero es un sistema rígido, que a veces no puede tener en cuenta los detalles. Es por eso que el Consejo Superior de Deportes lleva tiempo intentando que haya vías de financiaci­ón más flexibles. Ahí están los casos de Avis y la Federación Española de balonmano, de Divina Pastora y la de gimnasia o de Sacyr, que hace un año anunció que apoyaba a siete atletas de deportes minoritari­os. El Barça y el Madrid vivirán tiempos mejores y peores, pero es difícil que abandonen la élite. Lo que hay que regar para que florezca es lo que sólo se ve cada cuatro años, cuando andan por medio unos aros olímpicos.

NOMBRES PROPIOS Mireia Belmonte, Ona Carbonell, Carolina Marín, Garbiñe Muguruza....

EL CIELO Y EL SUELO El Barça y el Madrid siempre serán una referencia, pero el nivel medio tiene agujeros

LA CARENCIA

España necesita una mejor financiaci­ón para impulsar sus resultados olímpicos

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SANDER KONING / EFE La nadadora Mireia Belmonte, el pasado sábado durante una prueba disputada en Holanda
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