Ofrenda, envidia y primer asesinato
La historia de Caín y Abel representa el drama de la envidia humana: es la tipificación del deseo de poseer lo que el otro tiene y el impulso de despojarlo de sus méritos.
En la tradición judía el libro del Génesis, en su capítulo 4, dedica amplio espacio a la historia de Caín( Qayín )yAbel( Hével): Caín es descrito como un agricultor, y Abel como un pastor de rebaños. Ambos presentan sacrificios de sus primicias a Dios, pero Dios prefiere el sacrificio de Abel al de Caín, razón por la cual este último mata a aquel. Abel fue el segundo humano en nacer, después de su hermano mayor Caín, y el primero en morir. Caín es maldecido y alejado de su tierra, pero Dios no lo abandona a su destino, sino que coloca sobre él una señal, acogiéndolo bajo su protección (Génesis 4,11-15). El judaísmo tendría a Abel como figura del hombre justo cuyo culto agrada a Dios.
El cristianismo, en esta misma línea, exhorta a los cristianos a no ser como Caín, cuya obras estaban llenas de maldad (Juan 3,12). La Carta a los Hebreos (12,24) contrasta la sangre de Abel, que clama venganza, y la sangre de Cristo, que purifica.
El Corán habla de Caín (Qâbîl) y de Abel (Hâbîl) como “los hijos de Adán”. Sería la tradición posterior la que introduciría sus nombres propios. Les dedica apena seis versículos (5,27-32), donde narra el fratricidio referido por la Biblia. La narración concluye con una bellísima admonición a obrar el bien, indicando cómo quien salva la vida a un hombre es como si hubiera salvado a toda la humanidad. Es interesante notar que en el Corán Caín se arrepiente (5,31) lo que permite imaginar que después Dios le perdona (5,31). Por otra parte, según la tradición coránica, los dos hermanos tenían, cada uno, una hermana gemela. Caín se casó con la del hermano, y Abel con la de Caín. La Biblia no menciona nada en este sentido.