EE.UU. y China buscan la paz fría
Obama y Xi apuestan por cooperar sin ignorar los conflictos que les separan
Estados Unidos y la República Popular China van a mantener su rivalidad como primeras potencias y seguirán disputándose la influencia y el liderazgo global, pero sus líderes actuales, Barack Obama y Xi Jinping, están determinados a evitar que los recelos y la desconfianza que marcan sus relaciones desemboquen en una guerra fría como la que enfrentó a Estados Unidos y la URSS el siglo pasado. Esta es, ni más, ni tampoco menos, la principal conclusión de la visita que realiza el presidente chino a Estados Unidos.
Ambos líderes se proponen aprovechar todos los espacios en que la cooperación bilateral sea posible, aunque sin ignorar los serios y a menudo graves conflictos que les separan. Desde el punto de vista de Obama es la misma estrategia que ha aplicado respecto a Cuba, a Irán e incluso pretende hacerlo ahora con la Rusia acerca de Siria.
“Debemos abordar nuestras diferencias con franqueza –dijo Obama al recibir a Xi en la Casa Blanca– . Estados Unidos siempre hablará en nombre de verdades fundamentales. Creemos que las naciones tienen más éxito y el mundo hace más progreso cuando nuestras empresas compiten en igualdad de condi- ciones, cuando las disputas se resuelven pacíficamente y cuando se respeten los derechos humanos”.
Xi Jinping replicó en parecidos términos. “Vengo a Estados Unidos para promover la paz y avanzar en la cooperación. Nos gustaría trabajar con la parte estadounidense para hacer grandes avances en nuestra relación, y entregar más beneficios a la gente de nuestros países y el mundo entero”. Luego, en la comparecencia ante la prensa, Xi añadió: “El enfrentamiento genera pérdidas en ambos lados”.
En las cuestiones concretas, la cumbre EE.UU.-China se resume en compromisos sobre ciberseguridad y sobre la lucha contra el cambio climático. También en la cooperación en asuntos de política internacional como el acuerdo nuclear con Irán y la consideración de Corea del Norte como una amenaza nuclear. No hubo acuerdo –y se reconoció públicamente– respecto a la expansión territorial en islas artificiales del mar de China, que Xi consideró una cuestión de soberanía y, por supuesto, tampoco hubo acuerdo en cuestiones re-
LOS ACUERDOS Pacto de no agresión ciberespacial y apoyo en la lucha contra el cambio climático LOS DESACUERDOS El líder chino ignora la alusión a los derechos humanos y defiende la expansión marítima
lativas a derechos humanos, incluida la cuestión de Tíbet. “Seguimos alentando a las autoridades chinas para preservar la identidad cultural y religiosa del pueblo tibetano y a cooperar con el Dalái Lama”.
Desde le punto de vista global, lo más trascendente es el compromiso chino de adoptar políticas para limitar y poner precio a la emisión de gases de efecto invernadero. Ahora son los dos países que más ensucian el planeta los que asumen la amenza que significa el cambio climático y ello abre expectativas más optimistas para la cumbre mundial del clima que se va a celebrar en París el próximo mes de diciembre. Pero lo que en Estados Unidos adquiere mayor importancia es una suerte de pacto de no agresión asumido por Obama y Xi en el ámbito de la ciberseguridad y la piratería informática. La visita del líder chino a Washington se produce en un momento de gran irritación de la Administración estadounidense por la constatación del ciberespionaje practicado presuntamente desde la República Popular tanto a empresas privadas como a las propias instituciones públicas estadounidenses. Hackers –que según el Departamento de Estado eran chinos– han llegado a robar 22 millones de expedientes de seguridad y los 5,6 millones de huellas dactilares de la Oficina de Administración de Personal.
En un comunicado posterior de la Casa Blanca se dio a conocer el acuerdo, según el cual “ningún país llevará a cabo o apoyará a sabiendas el robo cibernético de la propiedad intelectual, incluidos los secretos comerciales u otra información confidencial de las empresas con la intención de proporcionar ventajas competitivas a empresas o sectores comerciales”. No se dijo nada del ciberespionaje –entre otras cosas, porque no está en condiciones Estados Unidos de exigir nada en este campo– y el propio Obama dio una nota de escepticismo cuando dijo: “Esto son palabras, faltan los hechos y estaremos vigilantes y le he dicho al presidente que vamos a utilizar todo lo que esté a nuestro alcance para perseguir a los cibercriminales, también con carácter retroactivo”.
Obama necesitaba dar una imagen de contundencia porque su estrategia con China también ha sido muy criticada en ámbitos empresariales y, sobre todo, desde las filas republicanas, que le acusan de renunciar al liderazgo mundial y de dar ventaja a las empresas chinas. El candidato Donald Trump has eñalado la política comercial y monetaria china como el peor enemigo de EE.UU. “Se están llevando nuestros negocios y nuestros empleos”, aseguró, y añadió que el presidente Xi “no se merece una cena de Estado, no se merece más que un big mac en McDonald’s”.
Es cierto que Obama se ha volcado personalmente en la vista del presidente chino como no lo había hecho un presidente estadounidense en muchos años con otro líder mundial, pero ha trascendido que Pekín quería que Xi interviniera en el Congreso como hizo el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Según The Washington Post, la respuesta estadounidense fue: “No es una idea práctica, habida cuenta de que China es más un rival que un amigo”.
Donald Trump propuso llevar a cenar al líder chino a un McDonald’s en vez de ofrecerle una cena de Estado