Ivo y las distancias
Ivo Pogorelich Lugar y fecha: Palau de la Música (21/V/2015)
JORGE DE PERSIA
No sé por qué –si es casualidad o galería de despedidas– tantos pianistas de la generación que se va retirando de escena han ido tocando desde hace un par de años en Barcelona. Cancelaron sus citas Pollini y Zimmermann. Brendel con inteligencia se ha despedido a tiempo. La práctica instrumental, a diferencia de la literaria o la filosófica, tiene fecha límite, aunque uno no lo quiera. Hago este prolegómeno intentando buscar explicación a este recital de Ivo Pogorelich que nos dejó desconcertados. Y él parecía ser el primero. Metáfora válida podrían ser las piezas de Años de peregrinaje II de Liszt. Y en este caso un peregrino que no sabe dónde está. Comienzo con sequedad y falta de proyección en los acordes iniciales de Après une lecture de Dante y un empaste sonoro marcado que escondía imprecisiones; distancia en la Fantasía en Do mayor de Schumann, en la que por momentos el pianista se
El pianista parecía por momentos ausente del discurso, dejando incluso ver problemas técnicos
veía ausente del discurso, y aún más, dejó ver algunos problemas mecánicos en los acordes repetitivos, algo que se volvió a manifestar en las Variaciones sobre un tema de Paganini, de Brahms. Y no hablemos en el caso de la necesaria agilidad y brillo que Stravinsky establece en su versión pianística de los Tres movimientos de Petrouschka. Y en este caso se puede consentir la distancia del intérprete por la estética que propone la obra, aunque debe de estar compensada con la magia del discurso circense, del que quedó sólo el malabarismo (y con los fallos ya dichos).
En las obras románticas esta distancia no cabe y, durante el desarrollo de las virtuosas y expresivas Variaciones Paganini el pianista no entró en la profundidad del lenguaje, quizá algo inseguro hasta el punto de que no sé si las programó para probarse a sí mismo. Insisto, era difícil seguir el discurso natural: no hablemos ya de Liszt y sus artilugios, aunque esta obra elegida es de las más íntimas, sino en un lenguaje tan sensible y expresivo como el de la Fantasía en Do, en la que el pianista debe ir a la médula. En síntesis, un recital largo y frío, porque tampoco caló en el público todo lo que de bueno guarda este intérprete que, por momentos, dejaba entrever viejas esencias, que inmediatamente apartaba una perturbación.