Electra y la guerra
Buen conocedor de la poética y la dramaturgia de Josep Palau i Fabre (1917-2008), Jordi Coca ha dirigido
Mots de ritual per a Electra en la Sala
Tallers del TNC, consiguiendo por primera vez que un autor tan singular y polifacético se haga presente, dice, en un “gran teatro público del país”. Y Coca añade que para él esta novedad “es un reto y también una gran responsabilidad”. Y para hacerle frente ha intentado que el texto se convirtiera en un espectáculo adecuado a la importancia de la entidad que lo acoge. El dramaturgo escribió Mots de
ritual... en 1958 cuando todavía se le hacía muy pesado el peso del exilio y de las desavenencias entre los que querían combatir a los vencedores de la Guerra Civil española desde el exterior y los que intentaban hacerlo desde el interior. Para Palau i Fabre esta era “una disyuntiva profundamente trágica” que inspiró su versión de la tragedia clásica, imaginando que Electra era la encarna- ción de la resistencia interior y su hermano Orestes la del exilio.
Visto, pues, que en el pensamiento del autor estaban la guerra y la derrota que precedieron a dicho enfrentamiento, Coca propone una vistosa ilustración videográfica de una batalla feroz porque, dice el director, “esta vieja leyenda sobre la necesidad de hacer justicia después de la guerra (...) es también el horror de todas las guerras”. Una alusión tan destacada al trasfondo bélico de la historia distancia al espectador del hecho nuclear y doméstico de la tragedia: de la venganza del asesinato de Agamenón perpetrado por Clitemnestra y su amante. Al aceptar el director la invitación muda del escenario de la Sala Talleres a “agrandar” formalmente la tragedia, esta queda seriamente enfriada respecto de la calidez de la versión que Bonnín dirigió en el 2003 en el Espai Brossa. Y la escenografía monumentalista de Bibiana Puidefàbregas es cómplice de esta frialdad.
Sin embargo, Coca consigue resultados fenomenales en el diálogo de los hijos de la asesina, que se esconden mutuamente la propia identidad, y que luzcan las buenas cualidades de Dafnis Balduz (Orestes) y, sobre todo, de Àngels Bassas, actriz que domina los mejores recursos de la seducción, bordados para una Electra que avanza segura y dominadora hacia el incesto fraternal. Espléndida Carme Sansa, representante única del coro de Erinias que consta en el original.