El ‘enfermo francés’ deja la UVI
EL millonario estímulo monetario del plan Draghi, la depreciación del euro, la rebaja del precio del petróleo y la mayor confianza de los ciudadanos, las empresas y los mercados financieros empieza a notarse ya en la economía real de los países europeos. Así lo demuestra la ligera aceleración del crecimiento en la zona euro durante el primer trimestre, que ha aumentado un 0,4% con respecto al último del 2014, en que había mejorado un 0,3%. Estos avances intertrimestrales se traducen en un ritmo anual de crecimiento del 1% en el conjunto de los diecinueve países de la zona euro de enero a marzo, el más alto que se registra desde hace cuatro años en este periodo.
El citado guion global que reflejan los datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) responde a lo que justo esperaba la mayoría de los analistas. En cambio, en lo que atañe a países concretos, ha habido algunas sorpresas, como el despegue de la economía francesa, con un inesperado incremento del 0,6%. Esto parece haber sido consecuencia de las primeras reformas puestas en marcha por el Gobierno Valls, por el notable aumento de su consumo interior, así como por la rápida reacción exportadora de las empresas francesas, con producciones agroalimentarias y de lujo muy sensibles a la depreciación del tipo de cambio del euro frente al dólar durante los últimos meses, cuyo recorrido bajista parece haber tocado a su fin.
El hasta ahora enfermo francés ha dejado la unidad de vigilancia intensiva (UVI). Junto a la sorprendente mejora de su crecimiento económico, la Comisión Europea ha destacado las reformas realizadas por ese país para reducir su déficit público y poder cumplir el obje- tivo de situarlo por debajo del 3% del PIB a finales del 2017, tal como se había comprometido. Pero ello aún exigirá, según Bruselas, algunas medidas de ajuste adicionales, sobre todo relacionadas con las pensiones, que se deberán concretar el próximo mes de junio.
La economía española, sin embargo, fue nuevamente la que más creció entre los grandes países europeos, con una subida del 0,9% de su producto interior bruto (PIB).
Otra sorpresa de los datos hechos públicos ayer es que Italia empieza a salir de la recesión que sufre desde hace tres años, con un crecimiento del 0,3%, también mejor que el esperado, probablemente por las reformas impulsadas por el Gobierno Renzi y por las mismas razones que Francia.
En Alemania, en cambio, y esta ha sido la sorpresa desagradable, el crecimiento económico se ha desacelerado, con sólo un aumento del 0,3% frente al 0,7% del trimestre anterior. Es una variación a la baja muy notable, que se atribuye a la menor contribución al PIB de su comercio exterior a causa de la reducción del crecimiento de algunos de los principales países emergentes a los que dirige sus exportaciones, como es el caso de China. En Alemania se espera, sin embargo, que en los próximos meses el consumo interior empiece a tirar definitivamente de su economía –que está previsto que este año crezca el 1,8%– y pueda ejercer su función de motor europeo que le corresponde.
La gran preocupación entre los países europeos es Grecia, cuya economía no levanta cabeza, con un nuevo retroceso de su PIB del 0,2%, y el riesgo de que salga del euro debilita la confianza global en la economía europea y distorsiona su ritmo de crecimiento.