“Tristes por abandonar el Everest, contentos de estar vivos”
Los alpinistas ya habían desmantelado el campo base tras dar por cerrada otra temporada
Ya podemos considerar que la temporada se ha acabado; obviamente ninguno de nosotros (alpinistas, guías y sherpas) está contento por abandonar la escalada, pero al menos estamos contentos de seguir vivos”, escribía el viernes el neozelandés Russell Brice, veterano líder de una de las expediciones que esta primavera había previsto ascender el Everest. El fin de semana, el equipo de Brice ya había concluido su misión de recoger en helicóptero todo el material que había quedado en los campos base, 1 y 2 tras el terremoto del 25 de abril. El seísmo de ayer, con epicentro cerca de la zona del Everest, no sorprendió a montañeros rezagados. Los últi- mos que quedaban habían ido abandonando la montaña –algunos a regañadientes– la semana pasada, después que se diera por concluida la temporada al quedar afectada la ruta hacia la cima a través de la Cascada de Hielo del glaciar de Khumbu.
Quien viaja a Nepal con el reto de coronar la cima del mundo, lo que supone para los más adinerados pagar más de 50.000 euros, se resiste a aparcar su sueño. Brice lamentaba que un miembro díscolo e insensato de su expedición, desoyendo todas las órdenes, intentó iniciar por su cuenta el ascenso quedando atrapado en la Cascada de Hielo, ante lo que tuvo que llamar a un helicóptero para que lo rescatara. Los Icefall Doctors, los sherpas que se encargan de trazar una ruta segura con cuerdas, puentes y escaleras, a lo largo de la Cascada de Hielo, para facilitar que sus clientes puedan escalar fácilmente, ya anunciaron que no iban a jugarse el tipo reparando los desperfectos. La zona ya no es segura, la subida de las temperaturas empezará a derretir el hielo y, además, los trabajadores nepalíes pidieron regresar a sus pueblos para estar con sus familias y ayudar en la recons- trucción de las casas dañadas.
La avalancha del 2014 en este mismo enclave ya sepultó a 16 sherpas y el 25 de abril lamentaron la muerte de 19 montañeros, la mayoría compañeros sherpas. No es cuestión de tentar a la suerte por tercera vez, tal como dice Nima Sherpa, que fue testigo de la tragedia del 2014. “Puedes ser afortunado en una o dos ocasiones, pero no en tres”, comentó a la agencia AP añadiendo que ahora buscará trabajo fuera, quizás en algún país del Golfo, como ha- cen miles de nepalíes cada año.
Además del Everest, otros picos se han quedado sin alpinistas, como el Lhotse, junto al Everest, o el Makalu, a 18 kilómetros en línea recta. Los catalanes Núria Picas y Ferran Latorres aterrizaban el domingo y ayer, respectivamente, en Barcelona tras abortar su plan de cima en esta última montaña. Kilian Jornet también aparcó su Everest, por la vertiente tibetana, aunque viajó a Nepal junto con Jordi Tosas y Seb Montaz para ayudar en tareas
A Kilian Jornet el seísmo le sorprendió en Katmandú: anoche tenía previsto volar a Ginebra
humanitaria en el valle de Langtang, una popular zona de trekking devastada por el primer seísmo, y en otras áreas cercanas a Katmandú. Los tres habían previsto volar anoche de Katmandú a Ginebra y Barcelona. “Otro terremoto en Nepal y en el Tíbet, 7.4. Pánico en las calles. Nuestro equipo está bien” , escribía Jornet en su cuenta de Twitter.
El epicentro del terremoto de ayer se situó a 68 kilómetros de Namche Bazaar, la principal localidad camino del campo base del Everest que en primavera y otoño hace su agosto gracias al turismo de montaña. Los sherpas han encarrilado dos trágicas temporadas y temen una caída de su principal fuente de ingresos. Muchas agencias especializadas en el Himalaya han anunciado que no cancelarán viajes ya que la mejor manera de ayudar a Nepal es manteniendo la actividad que alimenta su economía.