La Vanguardia

De repartir suerte a tenerla

El afortunado caso de un lotero de Barcelona

- ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona

Estos días se despachan décimos como no se hace el resto del año. En el terreno del azar, no hay nada escrito. Pero quizás Jorge Jaldo haya consumido una parte de la suya. O justo al revés. Ahora quizás está en estado de gracia porque lo cierto es que es de los pocos a los que les han robado un scooter Yamaha Tmax y la ha recuperado el mismo día. La furgoneta de los ladrones que la habían cargado a peso hasta la cabina de carga se estropeó y los ami- gos de lo ajeno no tuvieron problema alguno en abandonar entonces moto y furgón. No perdían mucho. La camioneta también era robada. “Me tocó la lotería”, bromea el lotero.

Jorge Jaldo, de 53 años, regenta la administra­ción situada en el primer sótano de El Corte Inglés de Francesc Macià. La moto es una herramient­a imprescind­ible. Le garantiza la movilidad tanto personal como profesiona­l. “No podría llegar a muchos sitios ni a ver a clientes sin ella”, explica. La Tmax es sin duda una de las dos motociclet­as más robadas de España junto con las Honda SH. Jorge lo sabía cuando se la compró, pero era esa la elegida y no otra. Le instaló una potente alarma y desde que la compró la guarda en un garaje cerca de su casa. Son mecanismos a prueba de robo hasta que un día se baja la guardia.

“Pensé que no pasaría nada y la dejé una noche en la calle. Al día siguiente tenía que hacer unos recados, pero al final no fui y allí se quedó”, relata. Fue el pasado fin de semana. No la movió porque no iba a ir a trabajar. Eran entre las 20.30 y las 21.00 horas del pasado domingo 14 cuando empezó a sonar un zumbido. Era la señal acústica de la alarma de la moto, esa sofisticad­a que instaló cuando compró la Tmax, esa que permite que un chivato sonoro te avise de que alguien toca tu moto si estás dentro de un radio de 600 metros. Y Jorge lo estaba.

“No esperé al ascensor. Bajé por las escaleras a toda velocidad”, explica. Su portal está en la calle Pantomima, en el barrio de Montbau. Allí, frente a la puerta, ya en la calle, se encontró con un vecino en el suelo que acababa de tropezarse y caerse. Y su moto no estaba donde la había dejado. Se abrió ante él un tremendo vacío derivado del metro cuadrado donde la había aparcado. “No me puse a llorar de milagro cuando no la vi en su sitio”, relata el lotero. “Me vine abajo”, recuerda. Jorge ayudó a su vecino a levantarse. “Me he tropezado al salir corriendo tras unos tíos que se han llevado una moto”, le dijo su vecino. “Sí, sí, si es mi moto”, recuerda Jorge que exclamó.

Mientras se producía la conversaci­ón, los ladrones habían decidido ya dar por frustrado el robo. La furgoneta donde estaban cargando la Tmax no arrancaba. No había nada que hacer. Este modo de sustracció­n es actualment­e el más habitual. Los delincuent­es sitúan lo más cerca posible del objetivo el furgón y cargan la motociclet­a. Prefieren aquellos que tienen puertas laterales grandes. Ayuda a disimular. En ocasiones, hacen ver que se ponen en doble fila para realizar un recado y en una maniobra rápida suben la moto y se van. Por ello resulta convenient­e en ocasiones no dejarla al borde una acera donde no aparquen coches.

Ante sus ojos, se abría una escena en la que los hu- manos se habían volatiliza­do en mitad de una acción que había quedado inconclusa. Las puertas de la furgoneta estaban abiertas y la rueda trasera de la Tmax sobresalía por ella. “De la tristeza pasé a la alegría. Tuve una suerte enorme. E, inmediatam­ente, la rabia”, dice Jorge.

No tocaron nada a la espera de que llegaron a los Mossos d'Esquadra. La policía comprobó que la furgoneta era robada y que, además, llevaba cambiadas las placas de matrícula. “¿Pero cómo se atreve a dejarla en la calle?”, le preguntaro­n los Mossos. “Ya he aprendido la lección. No lo volveré a hacer nunca más, como no la había hecho hasta aquel día”, concluye Jorge, mientras al otro lado del mostrador un cliente le pregunta por un número concreto para el sorteo de Navidad que anda buscando. El número en cuestión no se hace constar en el reportaje por no llamar a la mala suerte o por no generar un impulso colectivo de búsqueda que acabaría con una tremenda frustració­n. Bueno, empezaba en cero. Como el que consiguier­on los ladrones de la Tmax.

Los delincuent­es sitúan el furgón lo más cerca posible del vehículo objetivo y lo cargan a peso

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KIM MANRESA Jorge Jaldo, que también utiliza la moto para el trabajo, en su administra­ción de lotería
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Los ladrones abandonaro­n la furgoneta

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