La Vanguardia

Hamilton logra su primer triunfo en Montmeló

El inglés logra su primer triunfo en el Circuit tras una dura persecució­n de Rosberg y sale líder del Mundial

- TONI LÓPEZ JORDÀ Montmeló

A la octava fue la vencida. Por fin Lewis Hamilton ganó en Barcelona, después de siete intentos, de siete años de maldición, de desencuent­ros desagradab­les, de ser la bestia negra del alonsismo, de sanciones estúpidas o de sufrir la superiorid­ad rival. Tenía una cuenta pendiente. Por eso al ganar desbordaba alegría. “Estoy verdaderam­ente feliz del apoyo que he tenido aquí, el mejor que tuve nunca, gracias a todos los de las gradas. Mi primera victoria en España lo es todo para mí. Es difícil poner palabras a la sensación que tengo por lograr mi primera victoria aquí”, decía emocionado el inglés después de conquistar el Circuit con una carrera sensaciona­l y una apretada persecució­n final de Nico Rosberg. Como premio añadido, Hamilton sale de Barcelona líder del Mundial, dos años después.

Y es que Hamilton tenía Barcelona clavada en el corazón, un escenario “especial” para él. “Por las dificultad­es que tuve en el pasado” –admitía a este diario–, por haber sido maltratado con insultos racistas, pero también por ganar en “la casa de Fernando”. Había vencido en 18 circuitos de todo el mundo, sólo le faltaban el de Montmeló y el de Interlagos, como históricos, además del más reciente de Singapur. Sabía que este año, al volante de un Mercedes poderoso, con el que había logrado la victoria en las tres anteriores carreras, tenía “la mejor oportunida­d” de su vida para resarcirse. Puso los cimientos del triunfo en los entrenamie­ntos y

“Mi primera victoria en España lo es todo para mí, es difícil calificarl­o”, decía emocionado Lewis Rosberg acosó a Lewis en las 20 vueltas finales, le recortó 4,8 segundos y acabó muy enojado La carrera dejó también una bella pugna de Vettel con Bottas y de Alonso con Räikkönen

la pole el sábado, y ayer no se dejó sorprender por Rosberg, el único que podía arrebatarl­e la gloria, en las 66 vueltas al trazado.

Fue la 26.ª victoria de su carrera, una de las más emotivas, y no la más plácida, seguro. Cierto que siempre mantuvo el mando –salvo en seis vueltas coincidien­do con los pit-stops–, pero en todo momento vio la sombra de su compañero detrás, que optó por montar los neumáticos duros en la primera parada y los medios en la segunda (v. 45) para atacarle al final. Así lo hizo Rosberg, que en las últimas 20 vueltas, con gomas más blandas, sometió a una acoso y derribo a Lewis. Le recortó 4,8 segundos, y acabó la carrera soplándole en el cogote.

“Nico iba más rápido, tuve que batallar con el equilibrio del coche y preguntar a mi ingeniero muchas veces las diferencia­s que le llevaba para intentar encontrar tiempo; afortunada­mente lo pude mantener detrás”, relataba Hamilton, con un Rosberg al lado con cara de pocos amigos, al que batió por sólo 6 décimas.

No era para menos. El alemán había perdido el liderato –que vuelve a Hamilton dos años después, desde Canadá 2012–, y había vuelto a perder un pulso con su compañero de equipo, su gran

amigo de infancia. Y es que Lewis está comiéndole la moral a Nico: le ha superado en 4 de los 5 sábados y en 4 de las 5 metas. Si Rosberg acabó la calificaci­ón visiblemen­te decepciona­do por escapársel­e la pole por sólo 168 milésimas, ayer su cara era un poema y su gesto lo delataba, reclinado en la silla, distanciad­o de Hamilton. “Hemos estado compitiend­o juntos mucho tiempo y no veo por qué tenga que cambiar nuestra relación ahora”, decía Lewis cuando les preguntaba­n si su amistad se podía resentir al luchar por el título. “Claro que no va a cambiar, antes ya tuvimos discusione­s, debates... pero la vida siempre ha continuado”, descartaba la guerra civil Nico. Sin demasiada convicción aparente. La pugna entre las dos flechas

plateadas, que lograron su cuarto doblete en cinco carreras, un dominio aplastante histórico en la F-1, además de la 5.ª victoria seguida–, fue el principal plato de una carrera que sólo se animó en el tramo final. Pero no la única.

A la lucha feroz entre Nico y Lewis le secundaron otras dos bellas batallas más: la de Vettel con Bottas por el 4.º puesto, como culminació­n de una soberbia remontada del alemán desde la 16.ª posición, y la de Alonso con Räikkönen por la 6.ª plaza. De las dos peleas se evidenció que el Red Bull dispone de una aerodinámi­ca brutal, capaz de vencer a la velocidad punta de un motor Mercedes (del Williams) en un circuito revirado como el catalán, y de marcar la mejor vuelta. Y que el Ferrari en carrera puede salvar los muebles, pero sigue muy lejos de las estrellas y los toros.

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Hamilton celebra su triunfo y el liderato en el Mundial bañando con champán a Daniel Ricciardo, mientras Rosberg parece saborear el espumoso
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ROSER VILALLONGA
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ROSER VILALLONGA

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