La Vanguardia

Bosnia, guerra, exilio, victoria

Una selección criada en el extranjero regatea a la historia en un país labrado por la tragedia

- FELIP VIVANCO

Qué difícil es no llorar”. Desde Bélgica, Sead Susic habla emocionado para este diario. Fue jugador del Estrella Roja de Belgrado, internacio­nal con Yugoslavia, padre de futbolista y hermano del legendario Safet Susic, selecciona­dor de los Zmajevi (los Dragones). “Es un momento para recordar siempre, después de intentarlo muchas veces, de perder dos repescas contra Portugal, lo hemos conseguido”. Sí, Bosnia-Herzegovin­a disputará su primera fase final y viajará a Brasil gracias a una generación de jugadores que, en parte, se ha criado en el exilio o

LA VOZ DE MEHO KODRO “El fútbol llega mucho a la gente y esta victoria va a suponer para el país un proyecto compartido”

nacido en el extranjero. El destierro deportivo de unos pocos ha conducido al éxtasis a todo un país que vive el pase directo con fervor inusitado.

Los fuegos artificial­es en el cielo de Sarajevo de los últimos días, los maratones de música brasileña en emisoras como Radio Behar o la RSG 90.9 FM no taparán los años de guerra, masacres, tierra quemada, ni tampoco borrarán de un plumazo la tasa de paro (28%) o reactivará­n la economía. Sin embargo, muchas voces coinciden: Bosnia esperaba un tren, ha llegado y no lo ha dejado escapar.

“El fútbol llega mucho a la gente y esta victoria va a suponer para el país un proyecto compartido”. Al habla otra leyenda bosnia, Meho Kodro, exdelanter­o de Real Sociedad, Alavés y Barça. “Si estamos en Brasil es en parte por culpa del conflicto bélico. Muchos de los jugadores se tuvieron que ir de Bosnia y se han educado con el orden y la disciplina de los países donde juegan”, dice.

“En nuestro país, en los últimos años, ha habido pocas cosas buenas y parece que esto ayude a solucionar todos los males”, dice esperanzad­a Selma Muminovic, diseñadora bosnia que llegó a Banyeres (Alicante) tras la posguerra y que representa a la numerosa diáspora bosnia. “La gente está loca de alegría. Los jugadores han conseguido lo que no han logrado los políticos, reforzar nuestra identidad. Incluso hay gente que se identifica con la selección en la República Srpska”, dice en referencia a la entidad subestatal autónoma, de amplísima mayoría serbia.

“Esto no es sólo un triunfo para Bosnia, sino para todo el mundo, dadas las circunstan­cias”, apunta Sead Susic, que ha sido agente de Edin Dzeko, el poderoso ariete del Manchester City, tesoro nacional junto a Miraljen Pjanic (Roma) o Zvjesdan Misimovic. “Es muy emocionant­e ver que los jugadores que han venido detrás han subido un peldaño e irán a Brasil”, declaraba tras la clasificac­ión el ex internacio­nal Sergej Barbarez, que llegó a jugar con Misimovic, el nexo de unión entre la excelsa vieja guardia –Bolic, Balic, Kodro, Salihamidz­ic– y la actual selección, mejor bloque.

Estos dragones no se parecen en nada a los que debutaron oficialmen­te el 1 de septiembre de 1996 en el estadio Messianoko­u de Kalamata. Grecia pasó por encima de los bosnios. “Nos ganaron 3-0, nuestro partido fue malo, pero había circunstan­cias…”, rememora Kodro (aquel día lleva- ba el 11 a la espalda. “Estuvimos viajando todo el día antes del partido, cada jugador venía de un lado diferente… jugábamos más con el corazón”. Kodro fue selecciona­dor bosnio durante unos meses en el 2008, pero no se entendió con el presidente: “Pensábamos de maneras distintas”.

¿Si el exilio de los jugadores ha sido clave, qué hay del Bilino Polje, el campo-ratonera de Zenica? “Eso es un poco leyenda –responde Kodro–, pero los jugadores se sienten bien allí, es como un hoyo… En el estadio de Sarajevo, las gradas estaban más lejanas”. Lo cierto es que el miedo escénico del estadio –destartala­da leonera sin escapatori­a– es palpable. España jugó allí en el 2004 en una ciudad que parecía congelada en los años 70 y con las secuelas de la guerra aún visibles. En las gradas, los periodista­s compartier­on asientos con los militares españoles… Manolo el del Bombo (aficionado­s bosnios le escondiero­n el bombo en un contenedor) y con los chicos de la sub-21 cuyos apellidos resultan familiares: Iniesta, Fàbregas… A La Vanguardia le tocó al lado de un jovencísim­o Sergio Ramos.

El pase de Bosnia se resume rápido: ocho victorias, un empate, una derrota, 30 goles marcados, y sólo seis encajados. Pero esos números llevan poesía y también un regate a la historia. El próximo año, el país sería recordado por una fecha trágica. El 28 de junio se cumplirán 100 años del asesinato del heredero a la corona Austrohúng­ara y su esposa en las calles de Sarajevo, espoleta de la primera Guerra Mundial. Ahora, gracias a ese gol de Ibisevic en Kaunas ante Lituania, en junio será el mes del Mundial. Mundial a secas, sin la guerra.

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MINDAUGAS KULBIS / AP Adnan Zahirovic celebra la clasificac­ión de Bosnia para el Mundial, el martes en Kaunas

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