Intérprete del espíritu
Elisabeth Leonskaja
Lugar y fecha: Festival Torroella de Montgrí. Auditori Espai Ter (2/VIII/2013)
Al parecer no hay crisis ni IVAWert que pueda con estos veranos musicales que disfrutamos desde hace muchos años. En plan de recaudar ¿qué pueden significar los conciertos de clásica al lado de los macros? ¿O de los que no pagan impuestos? Necesitamos espacios espirituales, aunque los ministros no vayan a conciertos. En este caso, el eficaz Espai Ter, excelente caja de música también para el piano, aunque si hay un intermediario de la calidad de Leonskaja, la trascendencia está asegurada donde sea; la música tiene la capacidad de sacralizar el espacio. Y aquí el piano en tan bellas manos llegó nítido, eficaz, sin empastes acústicos o superposiciones armónicas, dejando percibir los matices y dinámicas que impone el pedal. Leonskaja hizo gala de un pianismo exquisito. Sale al escenario cabizbaja, decidida, sin figura escénica –qué distancia con los nuevos rusos y chinos de peluquería para los que la música comienza en el virtuosismo de Liszt.
Leonskaja comenzó con un deli- cioso Mozart ( Sonata nº 12 en Fa mayor) incidiendo en el perfil romántico, subrayando los contrastes muy pianísticos y sin ruborizarse por los rubatos, con un Adagio conmovedor. Fue muy buena noche para esta gran pianista, en tan buena forma, heredera de la última gran generación de músicos rusos, de sensibilidad, de introspección. Y para nosotros, que disfrutamos ya en lo excelso la Sonata en re menor 31/2 de Beethoven. Una verdadera tempestad de música, sin amaneramientos, con carácter.
No entiendo por qué esa segunda parte con la Sonata en Sol mayor de Chaikovski, que aportó virtuosismo aunque vacuidad musical al lado de lo anterior. La propina –algunos Chopin y Schubert memorables– nos devolvió a ese espacio superior del arte y la sensibilidad.