La Vanguardia

Enlatados en los trenes del Maresme

Usuarios de Renfe y ayuntamien­tos de zonas turísticas exigen soluciones al colapso en los trenes de la línea R1

- FEDE CEDÓ

Con la llegada de los primeros turistas a la costa norte del Maresme, los usuarios de la línea 1 de Rodalies deben someterse inexorable­mente al colapso continuo de los trenes hasta Barcelona en hora punta. Poblacione­s turísticas como Calella ya han pedido a la Generalita­t soluciones como los trenes semidirect­os. Por su parte, muchos viajeros habituales se darían por satisfecho­s si los trenes contarán con más capacidad.

Unos, los turistas que pueden coger al tren en destino, tranquilam­ente sentados gozando del paisaje. Los otros, los usuarios, la mayoría trabajador­es que utilizan el tren para llegar hasta Barcelona, obligados a viajar de pie porque todos los asientos están ocupados. Es el día a día de los viajeros del Maresme. “¿Por qué tenemos que pagar los la ineficacia de la Generalita­t y de Renfe?”, se pregunta airada Soledad, una enfermera de 60 años de Vilassar, que padece lo que llama el síndrome del usuario: “Trabajar de pie y seguir así todo el viaje”.

En muchos casos, los cansados viajeros idean otras estrategia­s, aunque para ello pierdan unos minutos. “Si el tren que llega hasta Blanes va repleto, como suele ser, en Arc de Triomf –su estación de inicio– cojo el siguiente que finaliza recorrido en Mataró” explica Ángela, que vive en Arenys. De ese modo consigue hacer el trayecto sentada “pero después debo bajar en Cabrera y coger el siguiente hasta Blanes”.

La situación de la línea R1 en verano, indigna a propios y extraños. “Es incomprens­ible que los trenes hasta Mataró, que van va- cíos, tengan dos cuerpos de seis vagones, mientras que el que va hasta Blanes sólo uno de tres” apunta José Luis, un oficinista de Tordera. Las quejas en los puntos de atención al cliente siempre reciben la misma respuesta: “Es la política organizati­va de la compañía” pero para los sufridores es la gran incongruen­cia.

Si los autóctonos se indignan, los turistas quedan perplejos con el servicio ferroviari­o que les habían ofrecido como una gran ventaja “por la proximidad con Barcelona” cuenta Antoine, un francés habitual de Calella. Sin em-

bargo, el trayecto se les antoja “excesivame­nte largo y pesado, con demasiadas paradas”.

Basándose en el volumen de viajeros, Calella ha pedido a la Generalita­t la inclusión de “trenes directos entre Arenys y Barcelona” lo que, según la alcaldesa, Montserrat Candini, “reduciría el viaje entre Calella y Barcelona a poco más de 30 minutos” la mitad de lo que se tarda ahora. En época estival, la media diaria de viajeros de tren en Santa Susanna y Calella es de 3.500 personas en cada estación.

Para Ricard Font, Secretari de Territori i Mobilitat, la propuesta el sector hotelero del Maresme “es inviable”, según la carta que transmitió a la alcaldesa, a causa de “las condicione­s actuales de ocupación del tramo sur de la R1 que obliga a que todas las circulacio­nes tengan las mismas paradas y tiempo de circulació­n”.

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Rumbo a la playa, en Montgat
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SERGI ALCÁZAR BADIA

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