Un diálogo con las bolsas
En el día a día, tendemos a saltar a la acción, conscientes de que solo así podemos cambiar las cosas. Pero a veces es nuestra aversión a la incomodidad que nos produce el no saber qué hacer la que nos impulsa a actuar, no siempre con el resultado óptimo.
Si las bolsas hablaran nos dirían que llevan tiempo encontrándose en niveles muy cómodos y sin muchas ganas de actuar. Lo averiguamos con un simple vistazo a la evolución del S&P 500, el índice por antonomasia de las bolsas mundiales. En el muy corto plazo, tomando como referencia el cierre de marzo y fijándonos en cada cierre semanal, el mayor retroceso para el S&P fue del 1,3% y su mayor avance, un escaso
1,5%. Esta cómoda posición no es reciente, porque los niveles actuales de cotización del S&P ya se repetían en mayo del 2022 y del 2021, respectivamente.
Si las bolsas nos contaran qué piensan, probablemente confesarían que, pese al retorno anual positivo acumulado, hay motivos para alcanzar nuevas cotas, esperando un resultado positivo. El mercado laboral se mantiene resiliente y otorga un apoyo muy positivo a la economía. La tasa de paro está en mínimos históricos del 6,5% para la eurozona, mientras que en Estados Unidos, se creó empleo durante 28 meses consecutivos y el paro es el menor desde 1969, en el 3,4%.
Las bolsas observan que también el ciclo alcista de tipos orquestado por la Fed ha tocado a su fin, y que tras diez subidas consecutivas y situarse entre el 5% y el 5,25%, los tipos tardarán algo en bajar, pero lo terminarán haciendo y quizás convendría adelantarse.
Y nosotros ¿qué les diríamos a las bolsas? Les recordaríamos que, dado el buen resultado acumulado hasta la fecha, no estaría de más permanecer a la espera de mejores oportunidades. Al margen de la habitual estacionalidad de las bolsas, que ha provocado retornos favorables entre noviembre y abril no vistos en cinco años –covid excluida–, y a la realidad que supone la detracción de liquidez por parte de los bancos centrales, buscando reequilibrar su balance, tampoco acompaña el apoyo fundamental de los resultados.
Les recordaríamos la actual recesión de beneficios en EE.UU. y que, a nivel global, la expectativa de crecimiento de estos en el 2023 es nula (-0,2% MSCI World). Advertiríamos que el menor avance de las ventas trimestrales en Occidente (entre el 3% y el 3,5%), nos anticipa un deterioro notable de los márgenes, teniendo en cuenta el periodo inflacionista y las dificultades de las empresas para mantener su poder de fijación de precios. Esperaríamos, por tanto, un par de trimestres adicionales con caída –o estancamiento– de los resultados, lo que implicará una revisión adicional a la baja de beneficios en línea con el proceso ya visto en emergentes.
Es quizás uno de esos momentos en los que el retener el deseo de actuar podrá dar un buen rédito a medio plazo. Buscamos esperar a nuevas oportunidades para comprar, teniendo en cuenta que las valoraciones bursátiles, por encima de su media, ya descuentan todas las noticias positivas antes mencionadas. Se lo hemos hecho saber a las bolsas, a ver qué deciden.