La poca relevancia de España
España se sitúa en el puesto número 29 del recientemente publicado Global Innovation Index 2019 de la OMPI, sólo por delante de Italia en relación con las otras cuatro grandes economías de la Unión Europea. En el podio del ranking se alzan Suiza, Suecia y Estados Unidos, por este orden.
La poca relevancia de España en contraste con su tamaño se entiende al comprobar como esta pincha o no destaca en varios de los indicadores que se valoran en el informe, algunos de ellos clave para la creación de un sistema económico basado en la innovación, que es aquel que se orienta a la comercialización de servicios y productos de alto valor añadido, con los consiguientes incrementos de márgenes comerciales y más y mejor pagados puestos de trabajo, que garantizan el Estado del bienestar presente y futuro.
Así, España muestra debilidad en aspectos clave para cimentar el potencial de una sociedad que anhele crear impacto económico y social desde su creatividad para garantizar su bienestar presente y futuro: España presenta una baja tasa de inversión en educación por alumno, y los escasos vínculos entre los agentes involucrados en actividades de innovación denotan una falta de cultura de colaboración.
Factores, pues, educativos y culturales ejercen un freno de origen, empezando por nuestros dirigentes, para que se articule y florezca un modelo de economía que rentabilice nuestra creatividad, aspecto en el que somos especialmente fuertes. Trabas burocráticas, la insuficiente inversión pública y falta de crédito privado a actividades de innovación o el bajo número de patentes en comparación con el gran número de publicaciones científicas que genera el sistema público de investigación (muy evidente en los clústeres de Barcelona y Madrid) ponen en evidencia la falta de visión estratégica y desorientación de nuestros líderes para asignar y priorizar recursos en aquellos ámbitos en los que la tasa de retorno es multiplicativa.
De lo dicho no parece difícil extraer las siguientes conclusiones para que España mejore en este ranking en el futuro: no hay que escatimar medios en nuestro talento, sus habilidades y valores, más bien al contrario; fomentar la cultura y el espíritu de la colaboración hacia unos objetivos compartidos con recompensas para todos; apostar decididamente por la dedicación de recursos públicos, y fomentar la inversión privada en innovación, eliminando barreras burocráticas.
En relación con las patentes, alinear la generación del conocimiento hacia la creación de impacto social y económico a través de su absorción por el tejido empresarial.
Ejemplos como The Collider de la Barcelona Mobile World Capital o la Agencia Valenciana de la Innovación son excepciones que confirman la regla.
Debilidades El país se sitúa en el número 29 del ‘Global Innovation Index’ de la OMPI, por factores culturales y educativos