La economía rige las elecciones argentinas
Argentina elige hoy nuevo presidente bajo la amenaza del fantasma de la crisis de los noventa
Argentina elige hoy nuevo presidente bajo la amenaza del fantasma de la crisis de los años noventa. El FMI prevé recesión para el año próximo.
“Votar a Macri es traición a la patria”. El cartel está pegado en un muro frente a la estación de tren de Colegiales, tradicional barrio de clase media de Buenos Aires. Es un fotomontaje que da miedo: la cabeza del general Videla con cola de lagarto; policías a caballo cargando contra manifestantes; el helicóptero de De la Rúa abandonando la Casa Rosada; el exministro de Economía, Domingo Cavallo, rodeado de dólares; Menem sonriendo; y a su lado, el liberal Mauricio Macri, candidato favorito a ganar las elecciones presidenciales que hoy se celebran en Argentina.
Este cartel está firmado por la Juventud Peronista, pero hay decenas de pósters y pasquines diferentes sin firma por todo Buenos Aires. Pegados en farolas, contenedores de basura o paredes, forman parte de la campaña del miedo que el kirchnerismo gobernante puso en marcha tras quedar claro que tenían todas las de perder en el balotaje de hoy, a pesar de haber ganado por tres puntos la primera vuelta del 25 de octubre.
“A los 90 no volvemos más”. La campaña del miedo se basa en la economía y retrotrae a la crisis del 2001, superada gracias a una gestión kirchnerista proteccionista e intervencionista que, a cambio, ha acabado ahuyentando a la inversión extranjera. Además, aunque la situación actual está a años luz de hace una década básicamente porque el endeudamiento exterior es bajo, casi todos los economistas –incluidos los oficialistas, en off the record– coinciden en que las reformas son urgentes.
“El próximo presidente no tendrá 100 días”, titulaba hace unos días La Nación. “Las urgencias económicas demandarán una celeridad poco habitual para quien asuma. Los empresarios hacen fila y los sindicalistas esperan”, se leía en rotativo. Las expectativas no son halagüeñas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el país crecerá apenas un 0,4% este año y que en el 2016 entrará en recesión, con una caída del 0,7%.
Los dos candidatos y sus equipos económicos han jugado a la ambigüedad durante toda la campaña, especialmente el peronista Daniel Scioli, teórico candidato del kirchnerismo y de la presidenta Cristina Fernández, que en esta última semana ha tratado de despegarse al máximo de la mandataria. No obstante, Daniel Scioli, que dentro del peronismo siempre fue visto como liberal, propone la continuidad del modelo económico kirchnerista de “inclusión social” aplicando las correcciones oportunas en las políticas aplicadas hasta el momento.
“Estamos enamorados de los objetivos, no de los instrumentos”, aclara Gustavo Marangoni, presidente del banco público Provincia y uno de los principales asesores económicos de Scioli. “Una cosa es tener convicciones, la otra es ser necio”, añade para dejar claro que su candidato no está cerrado a los cambios. “Continuidad no es lo mismo que continuismo”, insiste Marangoni jugando a la ambigüedad.
“El gran remedio para sacar a la gente de la pobreza es el trabajo, y para que haya trabajo tiene que haber inversión”, agrega el banquero en un guiño a los mercados con discurso centroiz- quierdista. Sin embargo, Gustavo Marangoni insiste en que los cambios –como la eliminación del doble tipo de cambio del dólar– serán “graduales”, al contrario de la inmediatez que anuncia el equipo económico de Macri, encabezado por Rogelio Frigerio, presidente del banco Ciudad, también público.
La coalición que apoya a Macri, Cambiemos, que además del conservador Pro también incluye a la Unión Cívica Radical (UCR), puede considerarse centroderechista porque propone mantener las subvenciones sociales iniciadas por el kirchnerismo pese a su concepción liberal del Estado. “La ayuda social tiene que ser universal”, sostiene Frigerio.
No obstante, Cambiemos propone una fuerte bajada tributaria, por la eliminación del impuesto sobre la renta a los trabajadores por cuenta ajena –Scioli lo haría para quienes ganan menos de 3.000 euros–, la supresión de las retenciones sobre las exportaciones de soja –el oro verde que impulsó la economía durante el kirchnerismo– e incluso la reducción del IVA. “La presión impositiva sólo puede ir para abajo”, mantiene Frigerio, que utiliza el término “asfixia tributaria”.
“Pagamos impuestos como los países escandinavos y recibimos servicios como los africanos”, insiste este economista que suena como futuro titular del ministerio de Planificación desde donde coordinaría un plan de inversión en infraestructuras y obras públicas por 19.000 millones de euros. Frigerio está convencido de que la llegada de Macri supondrá la recuperación de la confianza por parte de los inversores internacionales, y que sus medidas provocarán un mayor crecimiento económico para financiar las políticas públicas.
Sin embargo, el discurso de Macri también se torna ambiguo cuando se le cuestiona por la eliminación de subvenciones al transporte urbano o al consumo domiciliario de agua, gas y electricidad. El candidato opositor alega que algunas concreciones no podrán darse hasta que no llegue a la Casa Rosada y conozca el estado real de las estadísticas y los números públicos, cuya ocultación el kirchnerismo ha convertido en práctica habitual. La inflación oficial, por ejemplo, no tiene nada que ver con la real, que ronda un abultado 30% anual. Macri duda incluso de la cifra del Banco Central de 26.000 millones de dólares de reserva.
Con mayor o menor prioridad y gradualismo, ambos candidatos niegan una devaluación o ajuste duro. Y coinciden en la necesidad de negociar con los fondos buitres para que Argentina vuelva a tener crédito exterior barato, en fomentar la industria nacional al mismo tiempo que se quitan las trabas a las importaciones, en reimpulsar el moribundo Mercosur y, sobre todo, hacer que afloren los dólares guardados bajo el colchón y en cajas de seguridad, que Marangoni estima en nada menos que 200.000 millones.
El FMI estima que el país crecerá apenas un 0,4% este año y que en el 2016 entrará en recesión (-0,7%) Casi todos los economistas coinciden en que las reformas son urgentes