Los Hércules de Lüpertz
La galería Kewenig de Palma de Mallorca se inauguró hace diez años con obras de Markus Lüpertz (Libenec, Bohemia, 1941), uno de los más dotados representantes del neoexpresionismo alemán que introduce como bastiones de su discurso estético la razón y la naturaleza humana, además de haberse convertido en uno de los más influyentes artistas que quebraron los límites entre lo bidimensional y lo tridimensional al concebir obras de esculto-pintura.
La escultura de mayor tamaño de Lüpertz es Hércules, que fue realizada como colofón de la Capital de la Cultura Europea Ruhr 2010. Esa figura de 23 toneladas y 18 metros de altura se instaló en la torre de la antigua mina Estrella del Norte, en Gelsenkirchen. Once de los bocetos previos se exhiben en esta muestra, donde trata de proyectar unas esculturas que rompen las formas tradicionales en una suerte de estructuralismo. La exposición mallorquina se completa con interesantes obras sobre papel y un par de pinturas de la reconocida serie Arkadien.
Los trabajos tridimensionales que se exhiben en la galería Kewenig representan formas, tamaños, apariencias y matices muy diferenciados, por lo que pueden ser interpretadas como piezas autónomas, ya que la cabeza, el torso y las piernas de estas figuras se unen y vuelven a separarse, lo que quiere decir que cada boceto trae determinada su propia historia, afianzándose en la tierra como totémicas representaciones o convirtiéndose en elementos que vuelan por las imaginativas policromías que las constituyen más allá de la significación realista.
Las obras de este artista son representaciones de gran tamaño porque él tiende a incorporar la impronta de la monumentalidad. Aparte de reivindicar los principios de la belleza de la antigüedad clásica dotándola de una nueva lectura a la luz de la estética actual, Lüpertz está consagrado a la expresividad como un serpigo, una herida luminosa que nunca cauteriza.