La Vanguardia - Culturas

El mundo de Pierre Le-Tan

Homenaje El pintor, ilustrador y escritor francés de origen vietnamita, fallecido en septiembre en París, deja una obra de refinada y luminosa complejida­d

- JOSÉ CARLOS LLOP

También yo, de juventud modianesca, fui de los que creyeron que los misterioso­s, que no inquietant­es, dibujos de Pierre Le-Tan correspond­ían a un alter ego de Patrick Modiano. Tanto en sus atmósferas urbanas como en algunos de los personajes retratados por él, había un tono que emparentab­a los mundos de ambos creadores. La muerte de Le-Tan el pasado mes de septiembre en París –ciudad que amaba y de la que apenas salía: “Todo está en París”, me dijo un día, “nada hay fuera de París”– ha vuelto a resucitar en sus necrológic­as aquel fantasma del pasado: el ilustrador de Modiano. Con ello se ha situado a Le-Tan en un solo plano de su arte y de su vida, reduciendo lo demás –y lo demás es el todo– casi a mero atrezo, cuando sin ese todo –la esencia y el universo de un artista– no habría existido tampoco lo que nos confundió en nuestra juventud. En aquella época también me gustaba definir a Le-Tan como un Hergé para adultos, porque el mundo de las aventuras de Tintín –tanto escenarios como personajes– era una manera de aproximarl­o a quienes lo desconocía­n. ¿Entonces?

No, Le-Tan no fue sólo ilustrador de Modiano, ni sus dibujos son el mundo en imágenes del Nobel francés, aunque ilustrara las cubiertas de una docena de sus novelas en edición de bolsillo, mantuviera­n en el pasado una gran amistad, o ambos firmaran dos libros –Memory Lane y Poupée blonde– a cuatro manos. Como no es tampoco una prolongaci­ón culta de Hergé. Si el hipnótico mundo de Modiano se circunscri­be a la memoria, el tiempo y el olvido, el fascinante mundo de Le-Tan posee una luminosa complejida­d que va más allá. En la terminolog­ía de Isaiah Berlin, Modiano sería un erizo y Le-Tan un zorro, aunque de territorio acotado por el tiempo. El tiempo que se va, quiero decir y sus incursione­s llenas de humor en el actual. A veces hay que recordar que LeTan es escritor, camuflado en exceso por el dibujante. Un escritor muy particular que apenas utiliza letra de imprenta en sus ediciones, sino su propia caligrafía, que es dibujo en sí misma, como uno de esos fondos cuadricula­dos al estilo de los grabadores del XVIII, pero también de Max Ernst o de Domenico Gnoli. Y un escritor amigo de escritores: Umberto Pasti, Simon Liberati, Jean-Jacques Schul, Patrick Mauriès... ¿Títulos? Todos inolvidabl­es:

Paris de ma jeunesse, Rencontres d’une vie 1945-1984, Carnet tangerois, Carnet des années pop … ¿Y el ilustrador? Le-Tan es uno de los más refinados que haya dado el siglo XX: desde sus portadas de The New Yorker hasta sus pequeñas exposicion­es y catálogos como verdaderas

Wunderkamm­er donde los objetos dibujados son las proyeccion­es de su universo: artistas, modistas, estetas, coleccioni­stas, jardineros, paisajes metafísico­s, ciudades, salones… O sus dos subastas de bienes artísticos propios eran autorretra­tosdeesemu­ndo.Ydetrásdee­llo,su verdadera genealogía: Christian Bérard, Boris Kochno, Cecil Beaton y Jean Cocteau (a cuya casa en Palais Royal –que entonces Pierre estaba decorando– me llevó cuando nos conocimos hace veinte años).

Pero ni el escritor ni el dibujante existirían de no haber sido Le-Tan un cazador de sombras difuminada­s que el tiempo estaba a punto de hacer desvanecer: de Frede a Somerset Maugham, de Duff y Diana Cooper a Schiaparel­li. ¿Un Foujita poscontemp­oráneo? Sonreiría ante el nombre, pero nada le horrorizar­ía más que el adjetivo. O sí, peor sería que lo llamaran posmoderno. Pierre Le-Tan era un esteta –como lo es Umberto Pasti– con rasgos de un dandismo de raíz oriental, profundo conocedor de la cultura occidental. Si arte, en la estela de Berenson o Kenneth Clark; si literatura, Philippe Jullian o Nancy Mitford. Y esto sí que es reduccioni­smo frente al peligro del name dropper,tantoseran­las obras y los nombres, que sólo visitando su casa –el coleccioni­smo, la bibliofili­a, la decoración, las piezas antiguas, la pintura de su padre Le Phô, las telas y cerámicas en los últimos años…– puede entenderse la riqueza del mundo letaniano en su totalidad. “Nada de menos de cincuenta años: sólo el fax”.

Su último libro –Quelques collection­eurs– lo dedicó a varios coleccioni­stas, reales e inventados, proyeccion­es, en el fondo, de sí mismo. En la cubierta, de espaldas, como una premonició­n, figura el propio Pierre Le-Tan contemplan­do un rincón, lleno de objetos artísticos, de su casa, de su vida. De espaldas, repito, como quien se va, fundiéndos­e en todo aquello que másamó. |

Le-Tan no fue sólo ilustrador de Modiano, aunque ambos firmaran dos libros a cuatro manos

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Ilustracio­nes de Le-Tan de ‘La felicidad del sapo’, editorial Elba, 2017
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 ??  ?? Arriba y bajo estas líneas, dos ilustracio­nes de Le-Tan del libro ‘Jardines. Los verdaderos y los otros’, editorial Elba, 2014
Arriba y bajo estas líneas, dos ilustracio­nes de Le-Tan del libro ‘Jardines. Los verdaderos y los otros’, editorial Elba, 2014
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