El sueño de otro ‘cuento de verano’
El país anfitrión aspira a revivir la atmósfera jubilosa del Mundial del 2006
EEl ‘Sommermärchen’ cambió la imagen internacional de los alemanes; se les vio amistosos y emotivos
“Sería muy bonito que volviera a ocurrir, pero no lo creo; ahora hay mucha división”, dice una aficionada
l Mundial del 2006, celebrado en Alemania, resuena en la memoria de los anfitriones como un espacio y un tiempo maravillosos: cuatro semanas de partidos, fiesta y alegría, que enviaron al mundo la imagen de un país transformado, menos amenazante, m·s amistoso y m·s reconciliado consigo mismo y con su terrible pasado. Incluso ondear la bandera alemana tricolor (negro, rojo y oro), que hasta entonces era visto como una expresión de nacionalismo grosero y sospechoso, y que se prefería reservar para edificios y actos oficiales, se convirtió en cosa normal en bares, coches y ventanas.
Ese Mundial ingresó en la cultura popular alemana con el nombre de Sommermärchen (cuento de hadas de verano), y ahora que arranca la Eurocopa muchos se preguntan si el país anfitrión revivir· aquella atmósfera jubilosa.
Por lo pronto, en la Fanmeile
(milla de los aficionados) de Berlín, ubicada junto a la icónica puerta de Brandemburgo, se arremolinan los seguidores ya desde el concierto inaugural del miércoles. El enorme tramo cubre una superficie de 24.000 metros cuadrados alfombrada con césped artificial reciclable, en la que se prevé recibir en días de partido a hasta 130.000 espectadores para ver el juego en grandes pantallas. También aquí ubicó el Ayuntamiento de Berlín su zona para aficionados en el Mundial del 2006.
Sin embargo, la despreocupada ligereza de entonces, que condujo al legendario cuento de verano, parece difícil de recuperar. “Sería muy bonito que volviera a ocurrir, pero no lo creo, porque la situación es diferente ahora, en el mundo y en la sociedad; hay mucha división”, dice Lilly Erben, de 21 aÒos, empleada de hostelería en Berlín, que entonces era una niÒa pequeÒa, pero que, como todos en este país, sabe lo que significó para Alemania albergar el Mundial. “Ahora est· la guerra en Ucrania, la inflación…, y el estado de ·nimo en general ha empeorado; aunque también mucho depende de si la Mannschaft llega a la final”, prosigue Erben, que est· con amigos en la zona de aficionados.
La expresión Sommermärchen
fue acuÒada por el director de cine Sönke Wortmann, que rodó un documental sobre el Mundial y lo tituló Deutschland. Ein Sommermärchen, en alusión al poema de Heinrich Heine de 1844 Deutschland. Ein Wintermärchen (Alemania. Un cuento de invierno). En ese poema, Heine retrataba la rigidez política de su tierra natal bajo dominio prusiano, y Wortmann quiso transmitir lo contrario: el alegre impulso de Alemania y su selección de fútbol. El documendas, tal se estrenó en octubre de ese mismo aÒo y arrasó en taquilla.
Aquel verano mejoró espectacularmente la imagen internacional de Alemania, como celebró el gobierno de la canciller Angela Merkel en su informe anual. “Ha quedado confirmado que Alemania y su gente se mostraban relaja
amistosas y emotivas. Viejos prejuicios (terquedad, falta de humor, xenofobia, frialdad emocional) han sido abandonados”, aplaudió el ejecutivo. Franz Beckenbauer, jefe del comité organizador, estaba exultante. “Así es como Dios imagina el mundo, aunque aún estemos a cien mil aÒos de distancia”, dijo el Kaiser, fallecido el pasado enero. El cuento de verano quedó solo ensombrecido en el 2015 por las sospechas de compra de votos para la adjudicación del torneo, un asunto de corrupción con derivada fiscal que sigue en los tribunales.
Respecto al 2006, esta Eurocopa presenta también nuevos desafíos en materia de seguridad. Se estima que 2,7 millones de personas asistir·n a los partidos en los estadios en diez ciudades: de Berlín (ahí se estrena EspaÒa maÒana contra Croacia) a Gelsenkirchen o Hamburgo, y de Munich a Dortmund o Colonia. Otros 12 millones los seguir·n en las diez Fan
meile. “No hay indicios concretos de amenaza, pero nunca se puede garantizar la seguridad al cien por cien, por lo que estamos preparados y extremaremos la vigilancia”, dijo la semana pasada la ministra del Interior, Nancy Faeser, en un contexto de preocupación por riesgo de ataque terrorista y de violencia de hooligans. Hay un fortísimo dispositivo policial.
De hecho, según una encuesta de la Universidad de Hohenheim, solo el 30% de los alemanes planea ver los partidos en grandes actos al aire libre. De ellos, el 20% cita temor a posibles ataques y el 34% cree que en las Fanmeile hay demasiada gente. De momento, en Berlín hemos visto pocas banderas alemanas en las fachadas.
¿Habr· finalmente otro cuento de verano? “Esperemos que sí, pero ya veremos. Los tiempos son ahora diferentes, lo que por supuesto influye; el estado de ·nimo en Alemania es distinto, puede que entonces fuera un poco m·s despreocupado que ahora”, reflexiona Philipp Kaiser, que en el Mundial del 2006 tenía 16 aÒos y ha venido a la Fanmeile berlinesa desde Freiberg (Sajonia). “Dependiendo del éxito en la fase de grupos, imagino que habr· un brote de euforia, y que volveremos a pasarlo muy bien y tendremos un gran torneo –tercia la berlinesa Franziska Pruss, que en la época del Sommermärchen tenía 18 aÒos–. Y volveremos a ver un buen ambiente en Alemania, en el fútbol y también en la sociedad”.c