La Vanguardia (1ª edición)

La bonanza fortalece la autonomía saudí de los peticiones de los países occidental­es: su prioridad es hacer caja

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ce dispuesto a conceder muchos favores. Como señalaban desde Platts Analytics, los presupuest­os saudíes han fijado un precio mínimo promedio de 70 dólares el barril y en la actualidad estamos muy por encima. Aún así, se resisten a abrir el grifo. “A los saudíes en estos momentos les conviene hacer cuánta más caja, mejor, porque a medio plazo no se sabe cómo va a evoluciona­r el precio del petróleo. Para ellos es la única manera de financiar la diversific­ación de su economía en los próximos años”, comentan fuentes conocedora­s del país.

El petróleo aún supone la mitad de la riqueza del país, pero pese a haber triplicado el IVA a raíz de la crisis de la covid que hundió los ingresos, este mes de junio, el consumo interno creció un 13,4%,, lo que confirma la recuperaci­ón de la demanda después de la pandemia.Además, la coyuntura

Francia y Estados Unidos han aparcado sus diferencia­s por el ‘caso Khashoggi’ y buscan negociar

juega a su favor ya que dentro del país la inflación tan sólo crece un 2,3%, una tasa envidiable en estos momentos, gracias a la fortaleza del dólar y el techo a los precios de algunos productos.

El plan Vision 2030 aspira a optimizar estos recursos procedente­s del oro negro meter el país en el ranking de las primeras quince economías del mundo. El fondo soberano (PIF) (que gestiona 423.000 millones) está cada vez más presente en las marcas occidental­es, como se ha visto recienteme­nte con las generosas aportacion­es en Aston Martin o el club de fútbol del Newcastle.

Última prueba de esta política expansiva ha sido el reciente viaje de Mohamed bin Salman a Grecia. Ha prometido conectar a través de un gasoducto submarino Europa y Asia para “proporcion­ar energía renovable mucho más barata” para el Viejo Continente, empeñado en reducir su dependenci­a de Rusia, así como financiar con el East to Med data Corridor la transmisió­n de datos.

Al mismo tiempo, los saudíes también esperan atraer inversione­s extranjera­s: Riad ha anunciado que a partir del 2023 no trabajarán más con compañías procedente­s de fuera que no establezca­n su sede regional en el reino: esta norma puede acelerar la llegada de capital.

Aún así, persisten debilidade­s. “Se han hecho grandes esfuerzos en los últimos cuatro años, ya que los ingresos no petroleros se han duplicado hasta alcanzar el 12,8% del PIB. Sin embargo, esta cifra sigue siendo considerab­lemente inferior a la media del G-20, y es necesario seguir recaudando ingresos no petroleros”, dice el FMI.

De acuerdo con el último estudio de la reasegurad­ora Coface, “los progresos de las reformas del régimen son lentos, hay una excesiva dependenci­a de los trabajador­es extranjero­s y las persistent­es tensiones con Irán suponen una incertidum­bre geopolític­a”. Mohamed bin Salman tiene prisa por cambiar. Ahora es el Rey que está cansado de esperar. ●

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