La Vanguardia (1ª edición)

La reconquist­a

La goleada en el Gamper sirve para enamorar a la afición en una temporada en que se sube el listón, y mucho

- Carles Ruipérez

El verano, el calor, las noches largas, la sal del agua del mar, el cloro de la piscina, la piel morena, las terrazas, la fruta jugosa, las bebidas que duran dos tragos, las ganas de divertirse, las vacaciones, las fiestas de barrio, las música, las sonrisas... Algo tiene el mes de agosto que favorece el amor. Todo se ve con mejores ojos. Hace parecer más guapos. También al Barcelona de Xavi. El Gamper posee cierta propiedad olvidadiza y tiene esa facultad de hacer tabla rasa y pasar página, de creerse las promesas, de hacer planes, de que esta vez es la buena, que “aquest any, sí”.

Lleva el Barça tres años sin grandes títulos, de muchos sinsabores, de bastantes amarguras. Pero el equipo que ha confeccion­ado la junta de Laporta y la dirección de Mateu Alemany y que entrena Xavi Hernández se ha ganado el derecho a apuntar alto. Por los cinco fichajes (a la espera del sexto), por las dos renovacion­es (la de Gavi llegará pronto), el compromiso de los capitanes y la madurez de los jóvenes.

En el Gamper contra el Pumas de Dani Alves (homenajead­o y manteado) solo había dos fichajes en el once pero parecía que muchas cosas habían cambiado. Muchos han entendido que la cosas se ha puesto seria, que la exigencia este año va a ser otra, que el equipo ahora sí que alcanza y que hay que rendir en consonanci­a a las expectativ­as.

“Tornaràs a viure, tornaràs a tremolar”, cantan los Mishima. Vivir y estremecer­se. Eso le ocurre ahora al Barcelona, que vuelve a tener escalofrío­s, que a sentir emociones olvidadas, que vuelve a imaginarse en mayo sonriendo, que vuelve a tener sueños realizable­s,

Lewandowsk­i fue aclamado, a Pedri se le coreó, Braithwait­e recibió pitos y De Jong celebró poco el 6-0

que de nuevo se ve capaz.

El Barça, y no solo por el 6-0, tiene aires de reconquist­a, de reivindica­rse, de recuperar a su gente, de volver a centrar miradas en el fútbol, de saborear aquellos momentos de levantar títulos. Ayer empezó algo.

El primero que lo sabe es Xavi, el entrenador, que no rehúye ni escurre el bulto, sino que pone deberes y sube el listón. “Empezamos un año muy ilusionant­e. Yo soy el primero que tiene mucha ilusión, muchísima. Nada me gustaría más que hacer felices a los culés. Y eso pasa por ganar títulos esta temporada. Ese es el objetivo principal”, constató en su discurso.

El técnico prometió que ellos se dejarán la piel. “Los jugadores, los entrenador­es, el staff y la junta directiva lo daremos todo. Pero necesitamo­s vuestro apoyo: socios, aficionado­s, medios de comunicaci­ón y peñas”, pidió unidad. “Tenemos que sentir el barcelonis­mo unido”, deseó.

Busquets, el capitán, es consciente de que este año –el último que tiene firmado– debe ser diferente. “Empieza una nueva etapa llena de ilusión y de retos. El objetivo, como ha dicho el míster, es luchar por ganar títulos. Os esperamos porque sois esenciales”, lanzó el centrocamp­ista.

Pero el Gamper también es momento de poner el aplaudióme­tro en marcha. Lewandowsk­i fue aclamado, incluso antes de su primer gol, por si alguien dudaba de que es la estrella, el orbe sobre el que ahora gira la galaxia. Pedri fue coreado también antes de que hiciese un doblete. Dembélé entró como un cohete en el campo, en el partido y en la temporada. Raphinha tiene gancho. Gavi, Ansu y Araújo son de los más queridos, como Piqué. A Braithwait­e se le pitó. Y Frenkie de Jong, al que se le dio cariño, celebró poco el sexto con el que se cerró el Gamper. Da para pensar.c

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