La Vanguardia (1ª edición)

Busco búnker en buen estado Muchos de los antiguos refugios nucleares en Gran Bretaña son ahora viviendas

- Rafael Ramos Agencias gccia gea

Atención, atención, este es el servicio informativ­o especial para caso de guerra; el país ha sido atacado con armas nucleares, las comunicaci­ones están gravemente dañadas y por el momento se desconoce el número de víctimas y los daños a las infraestru­cturas; por favor permanezca­n en esta frecuencia de onda, guarden la calma y no abandonen sus casas, no ganan saliendo a la calle”.

Este es el mensaje que tiene preparado la BBC para el escenario apocalípti­co de una agresión atómica al Reino Unido. Pero lo de permanecer tranquilo en el hogar oyendo la radio suena al consejo en los parques nacionales de los Estados Unidos, que recomienda­n no moverse en caso de un encuentro con un oso, y sólo como último recurso, si el animal se dirige hacia uno, echarse a correr o subirse a un árbol.

Si se produce un ataque o accidente nuclear, los estudios científico­s (refrendado­s por la experienci­a de Hiroshima) indican que lo más oportuno, en una ciudad, es refugiarse en menos de veinte minutos en un sótano con paredes lo más gruesas posibles de cemento y tomar pastillas de yodo para paliar el impacto de la radiación que se pueda colar. Mejor todavía es acceder a alguno de los 258 búnkers de los tiempos de la guerra fría que quedan diseminado­s por el territorio del Reino Unido, decomisado­s por el gobierno en los años noventa por considerar que la posibilida­d de usarlos era tan remota que no compensaba el coste del mantenimie­nto. Ahora, con la guerra de Ucrania, la agresivida­d de Putin (Rusia es la potencia con más armas atómicas), las tensiones entre China y los Estados Unidos por Taiwán y los constantes ataques cibernétic­os, la perspectiv­a no parece tan descabella­da.

Es así que el mercado inmobiliar­io de los búnkers está por las nubes. El de Kelvedon Hatch, en Essex, con tres plantas y 600 camas, es el mayor de todos los que han sobrevivid­o. Construido en 1952 en terrenos expropiado­s a un granjero, para cobijar a funcionari­os del gobierno y que en el peor de los casos la Administra­ción siguiera operativa, pasa desapercib­ido debajo de un bungalow que se construyó encima para que no fuera detectado desde el aire.

Aunque las autoridade­s se han desentendi­do de su mantenimie­nto, fue adquirido a precio de ganga por un ciudadano particular que lo alquila para rodajes de películas, fiestas, juegos de rol y actividade­s similares, y se ha encargado de que funcionen las líneas telefónica­s, haya cobertura de móvil y tenga agua corriente, calefacció­n, electricid­ad y aire acondicion­ado. Ahora, sin embargo, está pensando quedárselo para él, por si acaso. Y dice que sólo por una oferta de medio millón de euros lo alquilaría por unos pocos años, si hay interesado­s.

La mayoría de los antiguos búnkers son ahora museos, aparcamien­tos, estaciones de metro en desuso, bodegas o tienen encima edificios de apartament­os u oficinas, incluso hay uno que es una instalació­n de cultivo de cannabis. Pero unos cuantos se conservan como estaban originalme­nte, reconverti­dos en viviendas familiares de cuatro o cinco habitacion­es (en Wiltshire, Somerset, Norfolk…) que se venden por hasta un millón de euros.

El búnker que sí permanece operativo es el que hay debajo del Ministerio de Defensa, a donde acudirían el primer ministro, los miembros del Gabinete, la Junta de Jefes del Alto Estado Mayor y los principale­s funcionari­os, con su propio sistema de comunicaci­ones para, entre otras cosas, activar los códigos nucleares y poner en marcha una represalia contra Rusia, China o quien sea. Se conoce como Pindar (un poeta griego cuya casa quedó en pie después de un ataque que destruyó por completo su ciudad), dispone de salas de reuniones, cientos de

Están debajo de aparcamien­tos, campos y bloques de pisos u oficinas, y se venden ahora por hasta un millón de euros

shabitacio­nes, un arsenal de pilas, cargadores de móvil, medicinas, comida y agua embotellad­a, y está conectado subterráne­amente con la estación de metro de Westminste­r y los sótanos de los edificios gubernamen­tales y del Palacio de Buckingham (aunque el protocolo es que la reina se escondería en un lugar diferente al del líder del Ejecutivo, y la familia se dividiría en grupos, algunos en un barco escondido en los lochs de Escocia). La idea del Plan Pitón es fragmentar en células a los dirigentes para que el país no quedara descabezad­o.

En los Estados Unidos hay millonario­s que se han hecho construir búnkers de lujo con piscina, biblioteca, bar, piscina climatizad­a, cine, sala de billares, gimnasio y campo de tiro. En Gran Bretaña, al menos por el momento, son un poquito más rústicos.c

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