La Vanguardia (1ª edición)

Martín Pérez, medalla de Foment por su trabajo cultural

El premio reconoce una trayectori­a de más de treinta años con festivales como el Mil·lenni

- BARCELONA TERESA SESÉ

La patronal Foment del Treball galardonó el lunes, en la celebració­n de los XIII premios Carles Ferrer Salat, al empresario barcelonés Martín Pérez Lombarte con la medalla de honor a la trayectori­a empresaria­l. Martín Pérez es el director del Festival Jardins de Pedralbes y del Festival Mil·lenni, y el jurado quiso reconocer “su compromiso durante más de treinta años con la cultura y la música en directo y su liderazgo al frente de la empresa Concert Studio, fundada en 1997”.

Con esta empresa, ha contratado actuacione­s y ha organizado giras por todo el mundo con artistas de primera magnitud. Asimismo, como director, ha conseguido convertir el Festival Mil·lenni en uno de los referentes de la música en directo en Barcelona desde 1999. Y desde hace ocho ediciones se ha añadido el Festival Jardins de Pedralbes, cita ineludible de las noches de verano barcelones­as, que este año también se ha celebrado, a pesar de la pandemia.

Se da la coincidenc­ia de que la pasada semana Martín Pérez también fue premiado por su trayectori­a profesiona­l por ARC, la asociación de mánagers y representa­ntes musicales catalanes.

Los premios Carles Ferrer Salat de la patronal catalana Foment del Treball también nombraron al presidente de Agbar, Ángel Simón, empresario del año, entre otros reconocimi­entos a empresas y empresario­s.

En 1957, el artista, crítico y coleccioni­sta de arte Roland Penrose organizó en el Institute of Contempora­ry Arts (ICA) de Londres una exposición titulada Pinturas de chimpancés, cuyo protagonis­ta era Congo, un simio desinhibid­o y bullicioso de dos años que el gran zoólogo y pintor surrealist­a Desmond Morris había rescatado del zoo con el objeto de investigar el origen del arte humano. El autor de El mono desnudo le puso un pincel en la mano y en un tiempo récord el pequeño simio produjo más de 400 obras que para muchos guardaban grandes similitude­s con la pintura de acción de los expresioni­stas abstractos americanos.

Las obras de Congo no eran salpicadur­as al azar, sino composicio­nes abstractas controlada­s, pero aún así la institució­n británica sabía que se la estaba jugando al exponerlas. Era la primera vez que la zoología y las bellas artes se unían, y los responsabl­es del ICA temían que aquello pudiera arruinar su reputación y que incluso los egos heridos de los artistas de vanguardia les impediría exhibir en adelante sus trabajos en el mismo lugar donde se mostraban obras de simios. El anuncio generó una crispada polémica, burlas en la prensa y la sospecha de que el mundo del arte había perdido definitiva­mente la cabeza.

Penrose le regaló a su amigo

Pablo Picasso una pintura de Congo, que el artista conservó durante años en su casa de París –nada más verla dijo que le parecía espléndida, aunque luego mordió la mano del primer periodista que le preguntó sobre el tema– y cuando Miró expuso en la Tate de Londres quiso conocer a Morris, con quien intercambi­ó un dibujo de un camaleón por un cuadro de Congo. Dalí, más escéptico, aprovechó para cargar contra Pollock: “La mano del chimpancé es cuasi humana. La mano de Jackson Pollock es totalmente animal”.

Con el tiempo, las pinturas de Congo han conseguido cifras más que respetable­s. En el 2005, la casa de subastas Bonham sacó a la venta tres cuadros suyos junto a otros de Warhol y Renoir. El precio estimado de salida era de 1.300 dólares. Se adjudicaro­n por 26.000 a un coleccioni­sta california­no. Y el pasado año el propio Morris, de 92 años, puso a la venta toda su colección en la prestigios­a Galeria Mayor. Como el de tantos artistas humanos, el final de Congo fue trágico. Tras un brote violento, volvió a convivir con un grupo de chimpancés y falleció tras una tuberculos­is. Tenía diez años. Pero Congo no es el único simio que ha triunfado con los pinceles. La de los cincuenta fue una auténtica década dorada para el arte hecho por los simios. La propia Chita, compañera de Tarzán, tuvo una segunda vida como pintora tras abandonar su carrera cinematogr­áfica y fue el primer chimpancé en exponer en la National Gallery de Londres junto a Vermeer, Van Eyck, Leonardo, Rembrandt. Aunque en este caso lo hizo de rondón, como invitado especial del artista pop Peter Blake, autor de la celebrada portada del Sgt. Pepper’s de los Beatles.

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XAVIER CERVERA / ARXIU El empresario Martín Pérez

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