La Vanguardia (1ª edición)

Discusión golpista en la Casa Blanca

-

por el respeto democrátic­o a fin de no ceder el testigo el próximo 20 de enero. Joe Biden ganó por más de siete millones de votos y los estados ya han confirmado su victoria en el Colegio Electoral por un margen de 306 a 232.

Pero fracasados todos los intentos judiciales, en el despacho oval, estancia que representa el poder de la Casa Blanca, se ha hablado de aplicar la ley marcial o estado de excepción para revertir por lo militar la voluntad de las urnas.

El general Michal Flynn, breve consejero de seguridad nacional en el 2017 por su colaboraci­ón con Rusia y recienteme­nte perdonado por el presidente, fue invitado a una reunión el pasado viernes.

Había aparecido en Newsmax, el canal a la derecha de la Fox, donde argumentó la opción de desplegar a los uniformado­s en varios estados clave para dejar sin valor sus elecciones. Trump quiso conocer de primera mano la viabilidad de esa sugerencia, para escándalo de su jefe de gabinete, Mark Meadows, y del consejero legal del Ejecutivo, Pat Cipollone. Hubo gritos porque sus asesores subrayaron la anticonsti­tucionalid­ad de esa idea.

“Nunca antes en la historia de Estados Unidos ha habido constancia de que un presidente discutiera un golpe militar para permanecer en el cargo”, señaló Max Boot en The Washington Post.

“¿Existen dudas de que Trump daría el visto bueno si encontrara a un general en activo dispuesto a realizar este complot contra Estados Unidos? En este caso, lo único que preserva la Constituci­ón es la fidelidad de los militares al Estado de derecho”, añadió.

A esa reunión asistió Sidney Powell, abogada de Flynn e inspirador­a de la conspiraci­ón que sitúa a Hugo Chávez manipuland­o desde el otro mundo las máquinas de contar votos. Trump planteó nombrarla investigad­ora especial de las elecciones, cosa que provocó más críticas de Meadows y Cipollone. A Powell se la ha visto de nuevo salir de la Casa Blanca el domingo y el lunes.

El fiscal general William Barr, equivalent­e al ministro de Justicia, desacredit­ó de nuevo esas teorías. Pese a haber sido uno de los más fieles servidores de Trump, este lunes reitero que no ha habido un fraude sistémico electoral y que no hace falta nombrar a un investigad­or especial.

Barr renunció al cargo y este miércoles es su último día. Le sustituye su número dos, Jeffrey Rosen, cuya actitud crea incógnitas.

Mientras que Trump ha desapareci­do de la visión pública, en su “búnker” se reúne con personajes de ideas extremas, que operan en los márgenes, pero que alimentan su idea de que ha ganado.

Juega, además, la carta de que el 6 de enero, jornada en la que el

Congreso certifica los resultados, los republican­os fuercen un vuelco. Aunque el margen es prácticame­nte cero, Trump, con la colaboraci­ón del vicepresid­ente Mike Pence, reunió el lunes en la Casa Blanca a un grupo radical de legislador­es republican­os para que fuercen una votación. Entre estos se hallaba Marjorie Taylor Greene, la militante de la conspiraci­ón QAnon, según la cual Trump vino a salvar al mundo.

Esto supone la estigmatiz­ación del jefe de la mayoría republican­a en el Senado, Mitch McConnell, el conservado­r más poderoso entre los congresist­as.

Ha perdido el favor de Trump, que ha lanzado una campaña de difamación contra él porque reconoció la victoria de Biden y alertó a sus colegas contra la iniciativa del 6 de enero. El presidente le achaca ser “el primero en saltar del barco”. Pero McConnell sabe nadar en el Rubicón.

 ?? SAMUEL CORUM / AFP ?? El sol poniéndose en la Casa Blanca el pasado lunes
SAMUEL CORUM / AFP El sol poniéndose en la Casa Blanca el pasado lunes

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain