Messi gana solo
Tres goles a balón parado del argentino protegen el liderato de un Barça indeciso
“Jugar en el Barça es fácil. Cuando no sabes qué hacer con la pelota, se la das a Messi”, decía Cesc Fàbregas. El argentino, sólo él, rescató el liderato de un Barça indeterminado y paralizado que no encontró cierta fluidez y alegría hasta que en la segunda parte se vio con un marcador amplio. Un marcador convulsionado por Leo a balón parado. Primero, al transformar un penalti a mediados de la primera parte, y a continuación, mediante un espectacular lanzamiento de falta en el añadido del primer acto. Un gol clave, lo mismo que el tercero al comienzo del segundo tiempo, también de falta, igualmente soberbio, que acabó con la fe de un Celta que necesitó muy poco para sembrar incertidumbre en el Camp Nou. En los instantes finales, Busquets puso la última capa de maquillaje a una victoria tan holgada como estéril en clave de progreso en el juego.
Ernesto Valverde movió tantos hilos como pudo para invertir la tendencia autodestructiva de su equipo. Pertrechó una defensa inédita, colocó a Sergi Roberto como mediocentro por primera vez en el curso, dejó a Dembélé en el banquillo y alineó a Ansu Fati. El técnico agita el artefacto como quien frota la lámpara en busca de un genio. Y el genio aparece, porque Messi normalmente acude cuando se le invoca. Y este Barça, que busca soluciones en los experimentos, cada vez lo necesita más. La dependencia llega a niveles exagerados.
Llegaba el Celta al Camp Nou con entrenador nuevo y, lógicamente, Òscar Garcia Junyent salió a empezar la casa por los cimientos, con una defensa de tres centrales. Arrancó el Barça con la tónica de las últimas semanas. Un equipo presionado por los acontecimientos y con la sensación de cierta improvisación táctica, más acusada por la reforma estructural del centro del campo. Mientras los blaugrana intentaban encontrar su lugar en el partido, el rigor del Celta en la medular le permitía mantener el centro de gravedad lejos de la portería de Rubén Blanco. Ni siquiera Valverde veía un panorama alentador cuando en el minuto 20 decidió intercambiar las posiciones de De Jong, que pasó al mediocentro, y Sergi Roberto. Acto seguido, y no fue producto de este cambio, Aidoo interrumpió imprudentemente con el brazo levantado un centro de Junior desde la línea de fondo. Antes de ejecutar el penalti, Messi tuvo que aguardar a un cambio.
Semedo se retiró lesionado en el sóleo y entró Busquets, con lo que Roberto se trasladó al lateral derecho, su tercera demarcación en 23 minutos. Todo juega en contra de la estabilidad en este Barça, excepto Messi, que transformó el penalti engañando a Rubén Blanco. Intenta tirar del carro el crack argentino, aunque tenga las ruedas cuadradas y deba hacerlo en solitario.
Acosado por dos adversarios y carente de apoyos, Leo extravió un balón en el centro del campo. Persiguió al rapaz, Pape Cheikh, por la vertical y, a juicio del árbitro, acabó cometiendo falta. Una falta discutible que motivó una amonestación todavía más discutible para el argentino.
Lucas Olaza, un defensor, ejecutó el lanzamiento al estilo Messi. Con la zurda, salvando la oposición de la barrera y la estirada estéril de Ter Stegen. Afortunadamente para el Barça, la depresión por el gol del Celta no llegó hasta el vestuario. Porque en el añadido del primer acto Messi volvió a sacarse un gol de la chistera.
El argentino asestó dos golpes psicológicos al Celta en lanzamientos de falta desde 24 y 22 metros
Valverde diseñó una defensa inédita y situó a Sergi Roberto como mediocentro al comienzo
Paralizado por el peso de los anteriores tropiezos, el equipo no se animó hasta que se supo ganador
FC Barcelona
RC Celta