La Vanguardia (1ª edición)

Las otras vidas pendientes

Las familias y allegados de los presos independen­tistas viven con desasosieg­o los días previos a la sentencia del 1-O

- SILVIA HINOJOSA

El 12 de junio, el juez Manuel Marchena cerró el juicio más mediático de los últimos años con una fórmula clásica: “Muchísimas gracias a todos, visto para sentencia”. Cuatro meses después, los procesados y sus familias sólo quieren conocer ese veredicto. Hay nueve líderes independen­tistas que llevan entre dos años y un año y medio –según los casos– en prisión preventiva, a la espera de que el Tribunal Supremo concluya sus deliberaci­ones sobre qué pasó en Catalunya en el otoño del 2017. Quieren saber qué va a ser de ellos, también sus allegados.

“Llevamos ya unos días, por no decir semanas, que vivimos con inquietud. Lo peor, a excepción del día en que ingresaron en prisión, ha sido esperar la sentencia. Todos hablando de las graves condenas que habrá, que si rebelión, que si sedición. La gente opina, pero no hay nada cierto y al final dices ‘vale ya, que pase lo que tenga que pasar, que dicten sentencia, que nos la comuniquen y a partir de ahí empezaremo­s otro capítulo y afrontarem­os lo que nos venga, que tampoco sabemos qué será’”, expresa Blanca Bragulat, esposa del exconselle­r de Presidènci­a Jordi Turull.

Con dos hijas de 18 y 22 años, Bragulat subraya que para la mayor, graduada en Derecho, “es difícil entender que muchas cosas que le han explicado no cuadran con lo que está pasando su padre”. Pero añade: “Ellos están fuertes y con la conciencia bien tranquila”.

“La sentencia es necesaria para saber dónde nos encontramo­s –apunta Diana Riba, la mujer del exconselle­r de Exteriors Raül Romeva–. La perspectiv­a optimista es la absolución, tener una sentencia justa, pero si hay condena será el momento de poner las cosas en su lugar y encontrar soluciones”.

Riba se estrena esta legislatur­a como eurodiputa­da de ERC. El jueves regresaba a Barcelona después del pleno en Bruselas pero, como todos las familias de los procesados, pendiente de cualquier notificaci­ón de sus abogados. “La sensación es de alivio porque llega el día, pero a la vez un gran respeto porque no sabes si la sentencia supondrá un salto de un metro o un kilómetro”, añade.

Y si la espera es complicada de gestionar en el terreno emocional para las parejas de los presos, aún resulta más delicado con los hijos. “Los míos tienen 11 y 13 años y un día se levantan muy contentos, porque son niños, pero a la vez empiezan a tener preocupaci­ones de futuro –señala Diana Riba–. A esta edad ya se plantean ‘¿cuántos años tendré cuando mi padre salga de la cárcel?’. En eso hemos sido siempre claros porque no podemos tener ninguna expectativ­a hasta que tengamos la sentencia. Entonces podremos explicarle­s qué estamos afrontando”.

Pero hay algo que sí ha quedado claro en casa: “Los niños tienen que entender que esto es un proceso, no es un final. Con ellos visualizam­os que el futuro está con el padre en casa, aunque no sabemos cuándo será. Por tanto, tranquilid­ad, es una etapa, ellos también ven que esto es algo colectivo, no sólo de su padre como pueden vivir otros niños con un padre o una madre en la cárcel, y poco a poco tienen que ir asumiéndol­o”, señala la mujer de Romeva.

También hay dos niños, de 5 y 10 años, en casa de Meritxell Lluís, concejal del PDECat en Terrassa y mujer del exconselle­r Josep Rull. “Para nosotros, la sentencia es un punto y seguido. Para ellos, que están en la cárcel pero también para las familias, que estamos pagando una condena que no es justa. Pero estamos más firmes que nunca y ellos también, no tenemos miedo”, subraya.

“Mis hijos son muy consciente­s de que su padre, y sus amigos, como lo decimos siempre en casa, están injustamen­te en la cárcel”, señala Lluís. “Esta vez, el mayor me dijo ‘cuando salga la sentencia, ven a la escuela a decírmelo tú’, y me dejó... Se acuerda de cuando su padre salió de la cárcel (con fianza, por tres meses) y yo se lo dije por teléfono; ellos comen en el colegio y no quería que lo supieran por los compañeros que van a casa a mediodía”, señala.

En estos dos años, las familias han tenido un protagonis­mo. Han participad­o en actos de apoyo a los presos y algunos incluso han concurrido en listas electorale­s. Otros han optado en algún momento por quedarse fuera del foco mediático.

“Nos preparamos para lo peor. Dolors ya nos lo dijo en el primer vis a vis en Alcalá-Meco, nos avisó que el momento represivo es muy fuerte”, apunta Montse Bassa, diputada de ERC en el Congreso y hermana de la exconselle­ra Dolors Bassa. “La familia, los hijos de Dolors, no hemos dejado de asistir a los actos que organizan cada semana frente a la cárcel de Puig de les Basses. La gente nos acompaña siempre y nos transmite mucha energía”, añade.

Bassa explica que hace unos días su hermana le trasladó que le indignaba que se hablara de que habrá una sentencia dura. “Incluso si hay absolución será dura porque llevan dos años encerrados”, afirma.

Laura Masvidal, esposa del exconselle­r de Interior Quim Forn, tambiénhac­eesfuerzos­paramanten­erla calma y la serenidad, explica. “Pero en los últimos días, el ambiente está siendo tenso y denso a la vez. Todo el mundo está muy pendiente: los contactos, los mensajes constantes de mucha gente hace muy difícil no sentir y trasladar una cierta inquietud”, subraya. “Ahora bien, la decisión, sea cual sea, en ningún caso afectará a la fuerzadelv­ínculoquem­antengocon mi marido y la determinac­ión de saber que el futuro está en nuestras manos”, añade. Masvidal está preocupada por su hija mayor, que trabaja en Londres, lo que dificulta la comunicaci­ón por la distancia.

Pero quizás la mayor pesadumbre de las familias se centra en los padres de los presos. Para ellos han sido dos años duros y lo que puede venir es peor. Con una edad avanzada, muchos de ellos octogenari­os, y con enfermedad­es propias de sus años, algunos temen que quizá no les alcance la vida para volver a ver a sus hijos en libertad.

“La sentencia, sea la que sea, en nada afectará a la fuerza del vínculo que tengo con mi marido”

“Que nos comuniquen lo que hay y abriremos otro capítulo, lo que nos venga lo afrontarem­os”

“Mi hijo me ha pedido que cuando nos informen vaya yo al colegio a decírselo”

“No sabemos cuándo será, pero con los niños visualizam­os el futuro con su padre en casa”

“La gente nos acompaña siempre y nos transmite mucha energía”

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Arriba, Diana Riba y Montse Bassa; sobre estas líneas, Blanca Bragulat y Meritxell Lluís y Laura Masvidal
MANÉ ESPINOSA Arriba, Diana Riba y Montse Bassa; sobre estas líneas, Blanca Bragulat y Meritxell Lluís y Laura Masvidal
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? DIANA RIBA (RAÜL ROMEVA)
MONTSE BASSA (DOLORS BASSA)
MANÉ ESPINOSA DIANA RIBA (RAÜL ROMEVA) MONTSE BASSA (DOLORS BASSA)
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DANI DUCH
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DANI DUCH

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