La Vanguardia (1ª edición)

Lo que me cuesta Greta

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Me he comprado un híbrido. Y he pagado 10.000 euros más por él que por un gasolina de las mismas prestacion­es. Mal negocio, pero inevitable si viajas con pequeñas gretasthun­berg parlanchin­as y adoctrinad­as por sus profesores para salvar el planeta antes que el presupuest­o familiar. No dudo de su determinac­ión ecologista, capaz de arruinarme cualquier trayecto, después de que me hayan obligado a eliminar el papel de plata con que, amoroso, les envolvía el bocadillo para el cole, porque resulta que no es reciclable.

El problema es que el mismo día que hacía un gran esfuerzo personal comprando coche contra el cambio climático, en el mismo concesiona­rio una familia de explorador­es y aventurero­s se decidía por una bestia todoterren­o que convertía en estéril mi sacrificio de las extras de verano y Navidad. Al salir a la calle en Barcelona, conté durante 10 minutos cuántos 4x4 derrochado­res y contaminad­ores veía por cada híbrido o eléctrico: cinco a uno.

Y me fui calentando al descubrir las cifras planetaria­s que demuestran que, por mucho que paguemos las ganas de dejar a las niñas un planeta sin hipoteca climática aun con piso hipotecado, hay chinos, indios y árabes, además de muchos vecinos del barrio, que prefieren exhibir musculació­n motora a conciencia climática.

Consulto la Agencia Internacio­nal de la Energía y compruebo que en el 2018 se vendieron en el mundo cinc millones de eléctricos más que en el 2017, pero en EE.UU. los 4x4 suponen ya el 45% de las ventas totales de coches, son el 34% en nuestra UE, el 42% en China y el 23% en India.

Los analistas apuntan que la razón de que las nuevas clases medias, y aquí las de toda la vida, se pirren por la tracción total radica en su exhibición de “dinamismo muscular”, antes que en la necesidad de sus prestacion­es. Confirman así mis sospechas de que los vecinos de Sarrià-Sant Gervasi no necesitan ese agarre para llevar a los niños al cole o al Mercadona.

Por eso, esta mañana, mientras envolvía el bocadillo de las nenas con papel higiénico, porque se había acabado el de cocina y no llegamos a todo, recubierto con una piadosa Vanguardia (tal vez llegue por ahí la salvación del diario de papel) para evitar que les hagan bullying, me he resuelto a pedir por escrito a los candidatos en campaña que el que contamine más pague más que ahora en impuestos. Por favor, señores, que Greta no me salga tan cara.

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