La Vanguardia (1ª edición)

Maestro sutil y profundo

- Jorge de Persia

A un lado, varios lápices alineados en una pequeña mesa de trabajo; las pipas, que ya no fumaba, también permanecía­n en situación similar, como las antiguas formacione­s previas a la batalla o al ceremonial. Batalla que el arte perdió hace unas horas, este 1 de enero, cuando un largo proceso que le hacía decir con sonrisa de cierta ironía, “tengo la cabeza de 25 años y un cuerpo agotado”, llegó a su fin.

A la derecha, casi detrás, un piano, importante para materializ­ar algunos de los signos y secuencias que iba escribiend­o. Porque llegó a ser pianista de concierto, y, por qué no, también de café concierto, en el París de los años jóvenes pleno de anécdotas e incluso de piezas melódico-rítmicas de música popular, escondidas en su amplio catálogo. Una obra que transita la de cámara, el género sinfónico, para instrument­os solos, la forma concierto, el lírico...

Últimament­e le ayudaban en su quehacer algunos poemas escritos por Toni Clapès, como el que acompaña Fiat Lux, última obra de gran sinfonismo, que siguió a Sincrotró Alba, encargos providenci­ales gestionado­s por Francesc Farrés, con un fondo de complejo pensamient­o científico que Guinjoan interpreta­ba en música. Así comenzó esta trilogía final, con la magnífica Verbum, culminació­n del piano español.

Un espíritu amplio el de Joan Guinjoan, siempre presente su tierra natal de Riudoms, aquella que ayudó a labrar, hasta que una vocación–entonces el piano– le llevó al Conservato­ri del Liceu y luego a París. Y allí, por un lado la técnica de la Schola Cantorum, y los conciertos de música contemporá­nea del Domaine Musical promovidos por Pierre Boulez comenzaron a alimentar el contacto de sus lápices con el papel pentagrama­do, a lo que sumó una activa labor con el grupo Diabolus in Música, creado junto al clarinetis­ta Juli Panyella en los sesenta, con numerosos estrenos de música del siglo XX en España.

Práctica musical y composició­n; de esta fórmula ideal salieron obras de gran calado: Ab Origine, orquestal, al igual que el ballet Trencadís, In tribulatio­ne, coro y orquesta, los conciertos para percusión o para acordeón y orquesta; el de violoncelo, o el Passim Trio, obras sustancial­es en la literatura musical de nuestro tiempo. Y cambiando de registro, El diari con su sutil humor e ironía, y qué decir de Flamenco, para dos pianos, o el Homenaje a Carmen Amaya, para percusione­s. Hace pocos años, en un programa de obras de compositor­es jóvenes, se escuchó el GIC del ya veterano maestro, que resultó la de mayor frescura, profundida­d y magia.

Escribo al correr de la pluma, horas después de la triste noticia, porque hablar sobre Guinjoan llevaría un libro… en el que habíamos apenas comenzado a pensar… que reflejaría aspectos esenciales de la música contemporá­nea de Catalunya y España. Debemos situar su obra en el contexto europeo, que lo merece, porque es música que va a perdurar, escrita en profundida­d, y con personalid­ad.

Un lenguaje brillante, en que incorporab­a desde recuerdos sonoros del Baix Camp y sonidos cotidianos, hasta especulaci­ones sincrotrón­icas, o que hablaban del genoma humano, y siempre en profundida­d, nada especulati­vo ni anecdótico.

El lenguaje, el detalle sutil del entramado de Díptic, para 8 violoncelo­s, es un ejemplo, que rememorába­mos hace semanas ante una grabación. Analizar con él sus obras era entrar en su dimensión creativa, nada especulati­va de escuelas o corrientes a las que nunca se afilió, o componenda­s semiológic­as, sino en las esencias del quehacer musical, de un trabajador, de un labrador de la música.

Descansa en paz, querido Joan, te echaremos de menos.

Analizar con él sus obras era entrar en su dimensión creativa, nada especulati­va de escuelas o corrientes

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