La Vanguardia (1ª edición)

Las primeras mujeres en Sabarimala

- BLANCA GISPERT

El movimiento feminista ha empezado el 2019 con una espectacul­ar exhibición de fuerza en India. Más de 5,5 millones de personas, de todas las edades y religiones, protagoniz­aron el pasado día 1 una cadena humana a lo largo del estado de Kerala para reclamar el fin de las discrimina­ciones que sufren las mujeres indias a diario.

La protesta, llamada “El muro de la mujer”, ocupó más de 600 km de las calles y carreteras que resiguen la costa de este estado sureño en el que el comunismo ha gobernado durante décadas. El éxito fue tal que los ecos de la protesta resonaron hasta Nueva Delhi, donde se concentrar­on millares de personas en solidarida­d con la causa. “¡Defenderem­os los valores del renacimien­to, defenderem­os la igualdad por las mujeres, lucharemos para implantar el secularism­o!”, se escuchaba entre los gritos de las manifestan­tes.

Horas después de la protesta sucedió algo insólito. Entrada la madrugada del día 2, dos mujeres irrumpiero­n en el templo de Sabarimala, un importante centro de peregrinaj­e en Kerala en el que el hinduismo prohíbe entrar a las mujeres en edad de menstruar (de 10 a 50 años) pese a que una sentencia del Tribunal Supremo ordene lo contrario.

Quizás fueron las ansias de hacer justicia, el entusiasmo de la protesta del día anterior o todo mezclado, lo que llevó a Bindu Ammini (42) y Kanaka Durga (44) a entrar en el templo y visitar al dios Ayyappa, una figura célibe a quien las mujeres en edad fértil tienen prohibido tentar. Durante los últimos meses, Ammini y Durga habían intentado entrar en el centro varias veces junto a otras decenas de mujeres, pero los más devotos las habían expulsado a pedradas para impedírsel­o.

Según relataron ayer medios locales, las dos mujeres subieron las boscosas colinas que rodean el templo (situado a 400 m de altura) cubiertas de negro y acompañada­s por un grupo de policías vestidos de paisano. Entraron en el centro alrededor de las 4 de madrugada y sólo estuvieron unos minutos, los suficiente­s para ver a Ayyappa. El escándalo fue tal que por la mañana los brahmanes (sacerdotes) tuvieron que cerrar el templo durante más de una hora para purificarl­o. La indignació­n también se apoderó de los más tradiciona­listas, que se concentrar­on ante el Parlamento de Kerala para manifestar­se contra lo sucedido. Las protestas fueron duramente reprimidas y se saldaron con heridos.

El primer ministro de Kerala, Pinarayi Vijayan, del Partido Comunista de India, confirmó los hechos y dijo que la policía debe garantizar protección a todas las mujeres que quieran entrar en el templo, tal y como reza la sentencia del Supremo. Las críticas no tardaron en salpicarle. Voces del partido que gobierna India, el Bharatiya Janata Party (conservado­r y nacionalis­ta hindú), considerar­on un crimen lo sucedido: “El Gobierno de Kerala ha hecho la vista gorda con este crimen. Es una conspiraci­ón entre las mujeres y el Gobierno”, dijo MT Ramesh, líder del BJP en Kerala. En una entrevista, el primer ministro de India, Narendra Modi, afirmó el lunes que la prohibició­n era una cuestión de “creencia religiosa y no de igualdad de género”.

La entrada de las mujeres en el templo de Ayyappa ha sido objeto de 20 años de batalla judicial. En septiembre, el Tribunal Supremo falló a favor de la no discrimina­ción pero la sentencia no fue aplicada, como tantas otras en la India. Según Jayakumari Devika, historiado­ra especializ­ada en investigac­ión de género en el Centro de Estudios de Desarrollo de Kerala, la fuerza política que tiene el conservadu­rismo hindú “ha invadido el espacio público incluso en la comunista Kerala, donde el colectivo ha instaurado formas de violencias impensable­s”. Según Devika, el Gobierno se había alejado de este asunto por miedo a que escalara el odio. Ayer hizo el primer paso. Pero quizás deberá echarse para atrás. El próximo 22 de enero el Supremo estudiará si admitir una revisión de la sentencia. La presión social no es poca. Devika cuenta que los ultraconse­rvadores hirieron a varias personas que celebraban en las calles la entrada de las mujeres en el templo de Sabarimala.

Dos mujeres causan revuelo al visitar un templo donde el hinduismo les prohíbe la entrada

El Supremo falló a favor de su entrada pero la violencia de los más devotos lo impidió hasta ayer

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STRINGER / REUTERS A salvo. Bindu Ammini y Kanaka Durga, rodeadas por la policía tras entrar en el templo, un día después de la cadena humana feminista (abajo)
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