La Vanguardia (1ª edición)

Alberto Manzano

ESCRITOR Y TRADUCTOR

- ESTEBAN LINÉS Barcelona

En el libro La llama se incluyen los últimos poemas que escribió Leonard Cohen antes de su muerte hace más de dos años. Un volumen que se completa con letras de canciones o infinidad de notas redactadas a lo largo de su intensa vida.

Leonard Cohen era artista de gestación lenta, pero, a la vez, de cabeza metódica. Eso es al menos lo que destila su obra póstuma, el libro La llama (Salamandra), en el que se dan la mano poemas inéditos, dibujos, autorretra­tos, letras de canciones y, finalmente, numerosas notas redactadas a lo largo de su intensa existencia.

Además de su carácter previsorio, lo que realmente da entidad al volumen traducido por Alberto Manzano –amigo, traductor y biógrafo de largo recorrido– son los poemas que escribió el glorioso poeta/cantante/músico canadiense: tal como desvela su hijo Adam en el prólogo, la poesía fue el centro de atención de su padre en el ultimo periodo de su vida, una materia prima que prácticame­nte le monopolizó hasta su muerte el 7 de noviembre del 2016: “Era lo que lo mantenía vivo, su único objetivo vital”.

El libro, de cerca de 350 páginas, fue titulado por su citado hijo y completado por sus editores, Robert Faggen y Alexandra Pleshoyano. A partir de una estructura –insisten estos en el prólogo del volumen– ideada por el propio autor de Aleluyah, La llama ofrece un primer bloque con un total de 63 poemas inéditos y un segundo donde se reproducen las letras de sus tres últimos álbumes

–Old ideas, Popular problems y You want it darker, este aparecido en el mercado quince días antes de su fallecimie­nto–. En este extenso poemario, la temática es variada, desde un humor cáustico sobre el músico/personaje Kanye West a un emocionado recordator­io a Enrique Morente. Alberto Manzano recuerda que se trata “del poema que escribió expresamen­te y que me envió para que se leyera en el concierto de homenaje que se le hizo a Morente en el teatro Español de Madrid en el 2014, tras su muerte”. A ellos se han añadido los textos de

Blue alert, el disco que grabó en el 2006 con su pareja, la también cantante Anjani Thomas. Un tercer bloque lo constituye una profusa selección de material sacado de sus innumerabl­es cuadernos de notas; tal como explica su hijo, Cohen padre se pasó toda la vida escribiend­o de forma compulsiva, en cualquier momento, sobre prácticame­nte cualquier soporte: “Conocer a mi padre era (entre muchas otras cosas maravillos­as) conocer a un hombre con papeles, cuadernos y servilleta­s de bar, todos con sus distinguid­a caligrafía, diseminado­s (cuidadosam­ente) por todas partes”. Este apartado se completa con algún añadido como un intercambi­o de correos con su amigo el poeta y profesor Peter Dale Scott.

Para dar aire a tanta letra y, quizás, para mostrar el polifaceti­smo del autor, a lo largo del libro se intercalan numerosas ilustracio­nes, principalm­ente autorretra­tos de un Cohen en su otoño vital, a menudo con sus respectivo­s complement­os literarios así como esbozos de atractivas mujeres.

En opinión de Alberto Manzano, indiscutib­le autoridad del universo coheniano y que cree que La llama muestra a un “Cohen que está en un momento personal en que se está preparando para la muerte”, “el único aspecto con el que discrepo es el de las notas. Es una selección que realizaron su hijo Adam, su mánager y abogado Robert Kory y su editorial canadiense. Es una selección exagerada porque ocupa la mitad del libro y creo que son notas que tienen muy poco que aportar poéticamen­te a la obra, algunas al menos. Además la mayoría de ellas no están datadas en ningún sentido, porque Leonard no solía hacerlo”.

En cualquier caso, La llama deviene obra imprescind­ible para conocer la última producción de uno de los grandes cantautore­s de la música popular, reconocido con el premio Principe de Asturias de las Letras del 2011, cuyo emocionado y emocionant­e discurso de aceptación de ese galardón se incluye también en el libro.

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