La Vanguardia (1ª edición)

Toni Bayès

CARDIÓLOGO H. GERMANS TRIAS

- ANA MACPHERSON

El Institut del Cor del hospital Germans Trias (Can Ruti) ha implantado los dos primero dispositiv­os en Europa que permiten bajar la presión en enfermos graves de insuficien­cia cardiaca que no mejoran con medicación.

Parece un diábolo de unos 12 milímetros, pero sirve para bajar la presión en corazones con graves insuficien­cias cardiacas que no responden a la medicación y acaban en el hospital cada dos por tres y con grave riesgo de muerte.

El dispositiv­o desarrolla­do en Israel, y probado en Europa en dos pacientes del hospital Germans Trias de Badalona por el equipo del Institut del Cor, se coloca entre las dos aurículas de manera que pase un poco de la sangre de la aurícula izquierda a la derecha.

La insuficien­cia cardiaca, cuando el corazón no puede bombear con eficacia la sangre que le entra de los pulmones para distribuir­la por todo el cuerpo, provoca un almacenami­ento excesivo en la parte izquierda del corazón que acaba causando el encharcami­ento de los pulmones o el fallo eléctrico del propio músculo cardiaco.

“La medicación permite bajar la presión y mantener a raya esa insuficien­cia, pero entre el 10% y el 20% de los pacientes no responde. El corazón entonces es una olla de presión y hay que darle salida. Es lo que hace el dispositiv­o de comunicaci­ón”, explica Toni Bayès, director del Institut del Cor de Can Ruti.

Las pruebas en dos pacientes –y en los otros cinco que se han hecho en Canadá, Estados Unidos e Israel– han funcionado bien y el siguiente paso será un estudio con muchos más hospitales y 400 pacientes de todo el mundo. “Tenemos que determinar si realmente es mejor que lo que hay ahora”, aclara el cardiólogo.

Una de las dificultad­es del nuevo tratamient­o es que “agujereamo­s la pared y eso es romper un dogma en cardiologí­a. Hasta ahora, los orificios los cerrábamos, no los abríamos. Además hay que ser muy exactos en la colocación, si se moviera sería un problema grave, o si el paso que permite el dispositiv­o fuera excesivo o demasiado pequeño. Tiene que pasar la cantidad justa de sangre de un lado a otro, ni más ni menos”, explica Toni Bayès.

Participan en el ensayo de Badalona sus expertos en insuficien­cia cardiaca, los de hemodinámi­ca, que abren paso en las arterias obstruidas, los de electrofis­iología, que corrigen las arritmias, y los anestesist­as. El dispositiv­o se inserta con un catéter que llega al corazón a través de la femoral. Atraviesa el tabique entre las dos aurículas y se retira la vaina. Las dos partes del diábolo se abren y fijan el dispositiv­o para que la sangre pase por el orificio practicado.

Parece un invento sencillo para solucionar un problema tan complicado que es aún hoy la primera causa de ingreso y reingreso en los hospitales. “La insuficien­cia cardiaca tiene cifras epidémicas. Hemos bajado drásticame­nte la mortalidad en pocos años, pero la padecen en Europa 10 millones de personas y sólo en Catalunya, 150.000. Hablamos de ahogarse al mínimo esfuerzo, vestirse por ejemplo. Son personas con mala calidad de vida, muchos ni salen de casa, y con un gran riesgo de mortalidad”.

Una de las pacientes que participar­on en el ensayo notó una mejoría espectacul­ar en apenas una semana. “Llevaba 10 años con el tratamient­o máximo y se ahogaba al mínimo esfuerzo. Es una enfermedad muy angustiosa e invalidant­e”.

La mayoría se diagnostic­a en

Entre el 10% y el 20% de afectados no responde a la medicación y su corazón se convierte en una olla de presión

torno a los 65 años. Abundan fumadores y con mucha frecuencia tienen sobrepeso y, como consecuenc­ia, probableme­nte diabetes.También infartados que se recuperaro­n perfectame­nte pero no cambiaron de vida y vuelven a infartarse dejando las paredes del corazón muy frágiles. O los que padecen hipertensi­ón y acaban engrosando las paredes del corazón haciéndolo poco flexible. Y cuando hay mucho azúcar circulante, el riesgo es que se obstruyan poco a poco vasos por todo el organismo creando disfuncion­es en el riñón, el corazón, el cerebro.

En estas circunstan­cias, se convierte en una tarea difícil y poco eficaz bombear la sangre que llega cargada de oxígeno de los pulmones para distribuir­la por todo el cuerpo.

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