El presidente subraya en su primer gesto la aconfesionalidad del Estado
Sánchez prescinde de símbolos religiosos y promete hacer guardar la Constitución
Sin Biblia ni crucifijo, por primera vez en la historia de la democracia. Pedro Sánchez quiso ayer tomar posesión del cargo de presidente del Gobierno de España con un gesto que su equipo subrayó como toda una declaración de intenciones del mandato que ahora comienza. Al prescindir por vez primera de toda referencia religiosa en el acto protocolario celebrado en el palacio de la Zarzuela, quiso resaltar la aconfesionalidad del Estado que determinó la Constitución española hace ya cuarenta años. Pero no fue hasta julio del 2014, poco después de la proclamación de Felipe VI, cuando la Casa del Rey optó por dar libertad para jurar o prometer el cargo sin la presencia de símbolos religiosos. Y Sánchez así lo eligió.
En presencia del Rey, y con su mano derecha sobre la Constitución, Sánchez prometió. Es ya costumbre en la democracia española que los presidentes socialistas prometan. Así lo hicieron Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, José María Aznar y Mariano Rajoy, en su día, juraron el cargo. El líder del PSOE, por tanto, prometió, según la fórmula tradicional, “por mi conciencia y honor, cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey”.
También prometió “guardar y hacer guardar la Constitución, como norma fundamental del Estado”. Es igualmente la frase habitual en el acto de la toma de posesión, pero en el caso de Sánchez se puede interpretar igualmente como una declaración de intenciones ante la ofensiva política que sufrirá desde el primer minuto por parte del Partido Popular y de Ciudadanos por haber logrado su investidura gracias a los votos de los partidos independentistas catalanes, ERC y el PDECat. También del Partido Nacionalispaso ta Vasco y hasta de Bildu. Respaldos todos ellos que el PSOE ya sabe que se aprovecharán para disparar en su contra una feroz campaña por dejar a España “en manos de los terroristas y los separatistas”.
El acto en la Zarzuela fue muy breve y, pese a que imperó la corrección institucional y el protocolo de palacio, Sánchez se esforzó por mostrarse atento y cortés, sobre todo con Rajoy. “Enhorabuena”, le dijo Felipe VI tras haber tomado posesión. Y, a la hora de la foto oficial con todas las altas autoridades del Estado presentes, el líder del PSOE dio un al frente para estrechar la mano del líder del PP, al que la víspera había logrado desalojar de la Moncloa tras el triunfo de su moción de censura exprés. “Presidente”, le dijo Sánchez. “Mucha suerte”, le reiteró Rajoy, como ya hizo el día anterior desde la tribuna del Congreso al despedirse.
Además de los presidentes del Congreso y del Senado, los populares Ana Pastor y Pío García-Escudero, y los presidentes del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, Juan José González Rivas y Carlos Lesmes, en el acto intervino el ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, como notario mayor del Reino. Y no hay que olvidar que Catalá es el primer ministro de Justicia de la democracia reprobado por el pleno del Congreso, en mayo del 2017, a iniciativa precisamente del PSOE, por las presuntas injerencias en la investigación y la actuación judicial del caso Lezo, que salpica al PP.
Así que, pese a los esfuerzos de cortesía de Sánchez, el ambiente en el acto tampoco debió ser muy caluroso. El flamante presidente del Gobierno acudió después a echar un primer vistazo a las dependencias del complejo de la Moncloa en las que se instalará en pocos días.
Por la tarde, Sánchez volvió a la que ahora es su principal ocupación: diseñar la estructura de su nuevo ejecutivo, a través de un decreto que se podría publicar en el BOE ya a principios de semana; y decidir quiénes serán sus ministros, lo que se espera que quede resuelto a mediados de semana. Pese a que no existe ninguna obligación de que sea así, el próximo viernes ya podría reunirse por vez primera el nuevo Consejo de Ministros.
La toma de posesión de Sánchez coincidió ayer con la de los nuevos consellers de la Generalitat y la desaparición, en consecuencia, de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya. Una oportunidad, por tanto, para que “amaine el temporal” y que se produzca una “distensión” que permita, como pretende Sánchez, reabrir el diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. Dirigentes del PSOE confían en que el nuevo escenario político abierto facilite este diálogo. Piensan que Quim Torra, ya con su Gobierno en marcha, evitará seguir tensando la cuerda y estará más interesado en rebajar las tensiones. Y cruzan los dedos.
PROMESA ANTE EL REY La tradicional fórmula de “hacer guardar la Constitución” cobró esta vez más relevancia EN CATALUNYA El PSOE confía en que el fin del 155 y la salida de Rajoy permita rebajar las tensiones