Veneración por “santuarios” de socialización
“El botellón, cuya finalidad es el consumo de alcohol en grupo, establece una representación social de valores y actitudes que enlaza con la idea de que el consumo de alcohol está extendido en nuestra sociedad y aceptado culturalmente”, afirma Francisco Javier García-Castilla, sociólogo de la UNED y trabajador social. Las concentraciones en parques y calles de adolescentes con sus particulares cargamentos de alcohol “son un efecto evolutivo en la práctica del ocio, en el que los jóvenes y los adolescentes parecen huir en ciertos momentos de las variables: precio, control y ubicación en un espacio cerrado”, añade este investigador experto en temas de adolescencia. “Quieren controlar su tiempo –continúa– y decidir libremente el espacio de ocio en el que reunirse y qué hacer en él, convirtiéndose en una reafirmación de su yo y del grupo de pertenencia”. Prohibir los botellones no parece que sirviera, sostienen expertos en el tema, para eliminarlos. Aunque sí acabaría con la veneración que muchos adolescentes tienen de lugares concretos en los que se concentran. “Durante el botellón, el lugar de reunión tiene una importante carga simbólica porque implica la puesta en escena de emociones, experiencias compartidas, la desinhibición de las relaciones afectivas y la socialización”, añade García-Castilla. “Pero no hay que olvidar que ese escenario también puede estar asociado con el uso y abuso del alcohol concentrado en un tiempo determinado”. Y es ahí donde tendrían que actuar las campañas institucionales. Romper con esa creencia, muy extendida entre los menores, de que “la diversión no es posible sin alcohol”, afirma el psicólogo Jaume Funes. Controlarlos no es fácil, pues en cuestión de minutos se movilizan de un sitio a otro a través de mensajes en las redes sociales.