Hijos desamparados
Muchas medidas del pacto de Estado contra la Violencia de Género hacen referencia a la necesidad de proteger a los menores. No es para menos. En un país que se enorgullece de velar por los intereses de sus niños, la realidad es que los ciudadanos han mirado tranquilamente para otro lado cuando se trataba de proteger a unos menores que vivían un infierno en su hogar y que, en los casos del asesinato de sus madres, han quedado completamente desasistidos, tanto en lo que se refiere a la atención psicológica (¿pueden entender en qué estado se encuentra el niño de 10 años que ayer intentó detener una segunda muerte, la de su padre?) como económica (muchos huérfanos no tienen derecho a la pensión de orfandad porque sus progenitoras no habían cotizado o lo habían hecho poco). El pacto intenta enmendar estos graves olvidos garantizando la atención psicológica de los pequeños, erradicando que el político de turno impida a estos menores tener una beca escolar por no sacar la nota requerida para obtener la ayuda (¡matan a su madre y los defensores de la cultura del esfuerzo pretenden que saquen un 8 de nota media!) o garantizando que todos estos huérfanos cuenten con una pensión, entre otras medidas. Pero, los hijos que ayer vieron cómo su padre había matado a quien les dio la vida, deberán esperar a que se aprueben los presupuestos, a que se reformen las leyes precisas, a que el congreso tire adelante normativas específicas... Esperas eternas para unos niños que han sufrido y sufren lo indecible.