Guerra de derechas
El clásico en fútbol es el partido que enfrenta tres o cuatro veces al año al Real Madrid y al Barcelona. El clásico en política era hasta ahora el enfrentamiento entre el Partido Popular y el Socialista. Por lo que estamos viendo, cambia más la política que el fútbol y ahora en política parece que a escala estatal se están jugando dos ligas, la de izquierdas y la conservadora, con dos aspirantes al liderazgo: en la liga de izquierdas, PSOE y Podemos; en la conservadora, PP y Ciudadanos. Cada encuesta es como un partido que decide la clasificación. La mayor novedad está, como se sabe, en la liga de la derecha, porque hay un equipo revelación que gana todos los sondeos publicados desde las elecciones catalanas.
Hasta ahora, el míster del PP, señor Rajoy, contemplaba al equipo revelación como una anécdota irrelevante que se podía combatir con una simple llamada al voto útil. Su entrenador era para él una figura atractiva, pero pasajera. Y su estilo de juego era novedoso, pero insignificante ante la eficacia goleadora del equipo pepero que había sacado al país de la ruina, había tenido el coraje de imponer el cumplimiento de la ley en Catalunya y volvía a jugar en la Champions de la economía con muchas posibilidades de ganarla.
Este fin de semana el míster del PP cambió su estrategia. Algo inquietante debió de observar, porque salió al campo a desarrollar un juego claramente ofensivo. Declaró a Ciudadanos su adversario electoral, acusó a Albert Rivera de “profunda deslealtad” con todo el riesgo de perder su apoyo parlamentario y puso en marcha lo que Núñez Feijóo definió así: “Este año no hay elecciones, pero hay que invertirlo en preparar las del año siguiente”. Va a ser la guerra. Las encuestas han obligado a adelantar la campaña electoral.
Lo importante es no equivocar el diagnóstico y no estoy muy seguro de que el señor Rajoy haya acertado cuando dijo: “Ciudadanos no quiere que se oiga con fuerza la voz del PP en el Parlamento catalán”. Para calentar un mitin quizá no esté mal. Verlo publicado en los periódicos pone muy fácil la réplica: no es Ciudadanos, presidente. Son los votantes, eso que se llama la soberanía popular.