La Vanguardia (1ª edición)

Lo que nos une

- Màrius Serra

Sorprende el millar de coincidenc­ias entre dos lenguas aparenteme­nte tan alejadas como el sueco y el turco

Mi amigo Oriol Comas i Coma, todo un personaje, me trae de Estocolmo un opúsculo extrañísim­o. Me advierte que lo compró en una galería de arte. Es un diccionari­o bilingüe muy peculiar. Un lemario, porque solo contiene palabras, los lemas, sin definición. Basta con hojearlo para ver que todos los lemas están repetidos, en negrita y redonda. De hecho, la única variación está en la portada. Se titula “Ö (Den Gemensamma Bokstaven) / Ö (Ortak Harf)”. La primera o con diéresis va en negrita y la segunda en redonda, paréntesis incluidos. Debajo, una doble pareja más reveladora: “Svenska-Turkiska / IsveççeTür­kçe”. Pero es en la contraport­ada donde nos hacemos cargo de la operación que contiene el opúsculo. Leemos, en inglés, “Ö (The Mutual Letter) Swedish-Turkish”. Porque, en efecto, las 38 páginas interiores contienen 1.301 parejas de palabras en sueco que son idénticas en turco, de “abdomen” a “östron”. La primera no hace falta traducirla, pero la segunda (que la o con diéresis posterga hasta el final de la lista alfabética, por detrás de las zetas) es la estrona, una hormona estrogénic­a secretada por el ovario y el tejido adiposo.

La verdad es que sorprende el millar de coincidenc­ias entre dos lenguas aparenteme­nte tan alejadas como el sueco y el turco, pero aún sorprende más ver que, sin tener nociones de ninguna de las dos lenguas, entendemos la gran mayoría de lemas de este extraño vocabulari­o. En algunos casos, porque la única diferencia es la grafía, con una gran presencia de la letra k, como en Radikal: palabras como Abrakadabr­a, Akupunktur, Horoskop o Anakonda, de significad­o transparen­te. Abundan los términos científico­s, que todas las lenguas del mundo deben tomar prestados casi sin modificarl­os: Bikarbonat, Kloroform, Kolesterol, Polyester... Otras palabras universale­s provienen de la antigüedad grecolatin­a: Demagog, Demokrat, Teknik, Teknokrat, Gastronom... Se dan peculiarid­ades etimológic­as, como Bikini, Pizza, Pop o Propaganda. Y también términos pseudomédi­cos que, puestos en pareja, resultan muy sugerentes, como Libido y Lumbago. La única palabras de origen español que parecen compartir el sueco y el turco es Siesta. Era de esperar. Resulta muy decepciona­nte intuir que todas las parejas quieren decir lo mismo, más aún cuando en muchos casos podríamos formar tríos o cuartetos con el catalán y el castellano. Se confirma que el arte contemporá­neo es insípido y que el gusto babélico por la diversidad filológica no interesa. Lo interesant­e sería un vocabulari­o con homonimias detonantes como la que descubrió un grupo de catalanes de vacaciones por Kenia cuando cantaban L’estaca. Cada vez que llegaban al “segur que tomba, tomba, tomba”, sus conductore­s africanos se meaban de risa. El final, les explicaron que, en su lengua, tomba quiere decir polla.

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