El Rusiagate sacude el ala oeste
La gestión del caso provoca enfrentamientos en el núcleo duro del presidente
El núcleo duro de la Casa Blanca, empezando por el propio presidente, Donald Trump, ha dedicado sus mayores esfuerzos a minimizar el asunto de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales, pero el fracaso ha sido estrepitoso. Cuanto más lo ha escondido, más escandaloso se ha vuelto el asunto, hasta convertirse en el principal lastre que paraliza la nueva Administración republicana y enfurece a su presidente. Y, como en perro flaco todo son pulgas, el fiasco estratégico está provocando enfrentamientos entre los principales colaboradores del presidente, que se echan los unos a los otros la culpa del desastre.
El vicepresidente, Mike Pence, se ha apresurado a desmarcarse de los contactos rusos del hijo de Trump alegando que entonces no formaba parte todavía del equipo y ni siquiera había sido nominado para vicepresidente. Cualquiera diría que quiere ponerse a salvo, lo que es hasta cierto punto comprensible teniendo en cuenta que en caso de impeachment al presidente –una posibilidad que todavía parece muy remota–, Pence asumiría la presidencia. Por otra parte, es vox populi el enfrentamiento que libran Jared Kushner, el yerno del presidente, y el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus. No es un conflicto menor, pues se han involucrado Ivanka, la hija del presidente, y la primera dama, Melania. Y la impresión que ofrece globalmente el equipo de Trump es que sus miembros, cada cual con sus abosubordinados gados particulares, han optado por el sálvese quien pueda.
El mar de fondo en la Casa Blanca se ha convertido en tempestad tras la última confesión del hijo mayor del presidente, en la que reconoce que se reunió con una abogada rusa porque le habían prometido información comprometida sobre la candidata demócrata, Hillary Clinton. Donald Trump júnior ha provocado con ello el desmoronamiento de la estrategia de la Casa Blanca. Hasta ahora, todas las declaraciones del presidente Trump y de sus sobre el Rusiagate eran para negar que hubiera existido coordinación entre el equipo de campaña de Trump y los funcionarios rusos que supuestamente lanzaron los ciberataques contra Clinton y los demócratas. Al admitir Trump hijo su interés por conocer lo que le ofrecían los rusos e incorporar a la reunión al jefe de campaña, Paul Manafort, y al asesor Jared Kushner, la tesis de la Casa Blanca ya resulta insostenible.
El primogénito del presidente se agarra a que la información prometida no llegó y no hubo más contactos, aunque en declaraciones a la cadena Fox el martes por la noche no negó su interés en escuchar a un supuesto representante de un gobierno hostil con información confidencial sobre un compatriota estadounidense. “Fue la nada –dijo–, lo habría olvidado si no fuera por todo esto. Fueron veinte minutos literalmente perdidos (...), esto fue antes de la Rusiamanía, este montaje de la prensa. Para mí era una investigación de la oposición que podía aportar evidencias concretas sobre historias que habíamos oído”.
El presidente Trump felicitó de buena mañana a su primogénito en Twitter, antes de partir hacia
EL SÁLVESE QUIEN PUEDA El vicepresidente Pence se desmarca y la familia Trump se enfrenta al Gabinete
MAL AMBIENTE Las constantes fugas informativas crean un clima de sospecha en el equipo del mandatario
París para participar junto a Emmanuel Macron en la celebración del 14 de Julio. “Mi hijo –escribió Trump– hizo un buen trabajo anoche. Fue abierto, transparente e inocente. Es la mayor caza de brujas de la historia política”.
En las declaraciones a la Fox, lo que sí procuró el hijo del presidente fue negar cualquier implicación de su padre: “No le dije nada porque no había nada”. Y también de su cuñado, Jared Kushner, que como alto cargo de la Casa Blanca tiene mayores obligaciones legales.
De hecho, el escándalo ha adquirido mayores proporciones porque Kushner se vio obligado a revelar la reunión con la abogada rusa en una declaración complementaria para las verificaciones de seguridad a que son sometidos los altos cargos de la Casa Blanca. Alguien filtró la información a The New York Times, que venía a destapar otro encuentro con rusos de miembros del equipo de campaña de Trump que previamente se había ocultado. Y cuando el Times iba a publicar el contenido de los correos de Trump júnior éste se adelantó dejando meridianamente clara su disposición a aprovechar la ayuda rusa.
El escándalo ha aumentado, pues, por la filtración y como las filtraciones se han convertido en el gran talón de aquiles de la Casa Blanca, todos los miembros del Gabinete están bajo sospecha y Donald Trump duda a quién debe cargarse. La batalla del núcleo familiar del presidente contra Reince Priebus ha alcanzado tanta notoriedad que Melania e Ivanka Trump y Jared Kushner se vieron obligados a hacer una declaración oficial para aplacar la crisis interna. “Por supuesto, la primera dama está preocupada por las fugas de información en la Administración de su marido (...) y suele ofrecer consejos y perspectivas sobre muchas cosas, pero la señora Trump no se inmiscuye en cuestiones del personal del ala oeste”, señaló su portavoz, Stephanie Grisham. Otro portavoz de la Casa Blanca aseguró que “Jared e Ivanka se centran en trabajar con Reince [Priebus] y el resto del equipo para avanzar en la agenda del presidente y no en promover cambios de personal”.
The New York Times señalaba ayer que la actuación de Jared Kushner, siempre por su cuenta y despachando directamente con su suegro, el presidente, también ha abierto una crisis con el equipo de abogados particulares contratado por Trump, que lidera Marc E. Kasowitz. Los abogados sostienen que Kushner sólo actúa para protegerse a sí mismo y que predispone al presidente Trump en contra de Kasowitz.