La fiscalización de la Iglesia
Últimamente se ha hablado mucho sobre el control de los fondos que la Iglesia recibe a través de la Asignación Tributaria. Hay quien reclama la fiscalización a través del Tribunal de Cuentas, como si estas partidas no estuvieran sometidas a ningún tipo de vigilancia.
Es importante señalar que la Asignación Tributaria no es una subvención, ni tampoco una partida consignada en los presupuestos: si nadie marcara la casilla, la Iglesia no recibiría nada por esta vía para su sostenimiento.
Para evitar equívocos, conviene destacar cuál es el sistema de rendición de cuentas a la sociedad que ya viene realizando la Iglesia. Cada año la Conferencia Episcopal rinde cuentas en el Ministerio de Justicia mediante su Memoria Anual de Actividades. Se trata de detallar lo que ha supuesto esta Asignación Tributaria y de qué forma y en qué cantidad se ha repartido a las diócesis y demás entidades. Para dotarlo de mayor transparencia, la Iglesia viene sometiendo todo este proceso de recepción y reparto de fondos a una auditoría externa, de manera que esta empresa ya analiza en profundidad el recorrido de todo ese dinero.
Pero va más allá, e incluye un análisis exhaustivo y riguroso de lo que esos fondos suponen dentro del conjunto de recursos que administran las diócesis.
Esa Memoria ofrece mucha más información relevante para la sociedad de lo que podría solicitar un sistema de fiscalización: mientras este se centraría exclusivamente en el gasto de los fondos recibidos, no explicaría el impacto que estos tienen en la sociedad, algo que sí reflejamos en este informe.
La CEE esta siempre dispuesta a mejorar el sistema de rendición de cuentas actual. En el caso de que hubiese un mecanismo nuevo de intervención, la Iglesia, atendiendo siempre a lo que disponga la ley, trabajaría por ofrecer la forma de adaptar esa información y ajustarla a lo que se le pida. Cualquier medida adicional que contribuya a acercar la Iglesia a la sociedad y a su misión de anunciar la Buena Noticia será siempre positiva.
Ahora bien, sería conveniente evitar la politización del mecanismo de fiscalización para intentar recortar la libertad de la Iglesia con el uso de los fondos que recibe.