La Vanguardia (1ª edición)

Escaso avance contra la piratería digital

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EL hecho de que por primera vez en diez años se haya detectado un descenso de la piratería de contenidos digitales, aunque haya sido mínimo, es un signo esperanzad­or de que se puede luchar con éxito frente a esta plaga que arruina las industrias culturales del país. La enorme extensión de esta práctica ilegal, sin embargo, demuestra que no se hacen los esfuerzos suficiente­s para erradicarl­a ni se emplean los medios más eficaces.

Pese al éxito conseguido, cifrado en la reducción en un 4% de las descargas ilegales de la red, el elevado volumen que ha alcanzado la piratería digital en España sigue en niveles escandalos­amente altos. Lo mismo sucede con las enormes pérdidas económicas que genera en el sector cultural, que aumentan año tras año, a juzgar por los datos sobre el 2016 que ofrece el Observator­io de la Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales, presentado anteayer por la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos y LaLiga.

No resulta sostenible ni aceptable para el sector cultural que el 84% de los contenidos que se vean en internet en España todavía sean ilegales ni que, pese a las acciones puestas en marcha en los últimos años, el volumen de usuarios que piratean no sólo siga estable a escala global, sino que aumente en la música y los libros. Algo no se está haciendo bien y conviene una seria reflexión al respecto. Como hemos dicho en otras ocasiones, no hay ningún motivo para pensar que el trabajo cultural no deba ser remunerado, y menos aún para tolerar que su fruto vaya a parar al bolsillo de los piratas.

El dinero dejado de ganar por las industrias culturales y de contenidos, a causa de la piratería, se elevó en el 2016 a los 1.783 millones de euros, un total de 573 millones correspond­ieron al sector de las películas; 414 millones a la música; 271 millones al fútbol; 247 millones a los videojuego­s; 171 millones a las series, y 107 millones al sector del libro. No es extraño, con ello, que el peso de la industria cultural en el conjunto de la economía descienda de forma constante y se sitúe ya por debajo del 2,5% del PIB, la mitad que algunos años atrás.

La lucha contra la piratería digital es compleja porque el propio sistema de funcionami­ento de internet ofrece muchas posibilida­des. Los propios buscadores, por ejemplo, son los que facilitan el acceso directo a los contenidos ilegales al tiempo que se da la paradoja de que las web piratas se financian con publicidad legal, como se denunció anteayer. También hay restriccio­nes administra­tivas, lentitud judicial y falta de recursos que impiden un despliegue más dinámico de la lucha contra la piratería digital.

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